Coalición Canaria decidió abstenerse el pasado jueves en una de las votaciones más importantes de la legislatura española: la convalidación del Decreto Ley que recoge todas las últimas medidas anticrisis de Rodríguez Zapatero, entre ellas un tajo muy fuerte a las políticas sociales. Algo que anunció que nunca haríaCIU, CC y UPN se abstuvieron. No fue una abstención inhibitoria, sino cargada de significado y con efectos evidentes. La Cámara se bipolarizó entre el sí y el no. Y los y tres grupos más centrados de Congreso se negaron a entrar en el juego descalificativo y mutuamente excluyente de los dos grandes, PSOE y PP. Nos negamos a añadir a la desvastadora crisis económica  una crisis política sin precedentes en esta Democracia: Unas elecciones anticipadas en plena tormenta.

Debíamos elegir entre seguir la senda de la mayoría de los países europeos o entrar en la senda que ha conducido finalmente a los griegos a un retroceso histórico sin precedentes.

Hasta hace unos días,  era un clamor en todo el país la necesidad de acuerdos de todos los grupos -nucleados alrededor del Gobierno – para salir adelante.  CC ha seguido siendo consecuente con esa apuesta. Incluso el PP dudó en abstenerse hasta el último momento. Porque las mentes más sensatas de este país lo han dicho de una u otra forma: El Decreto es malo, negativo, pero es muchísimo peor no hacer nada. Abrir un paréntesis de seis meses en la gobernabilidad de España sería ahora suicida.

Por eso dudó el muy reflexivo Rajoy. Y si dudó tanto, entre el no y la abstención, lo que no hace ningún hombre cabal ni ningún partido serio es denostar de mala manera a los que finalmente optamos por la abstención. A los que optamos por una actitud responsable, con más coste que beneficio político a la corta, antes que por un comportamiento  de asalto como sea a las barricadas, sin medir los perjuicios que iba a sufrir el país.

En un momento en que, con el PSOE en caída libre y con un PP descalabrado y sin fuelle para subir, a CC le hubiera resultado muy rentable “politiqueramente” convertirse en ese tipo de granadas -pequeñas pero letales – que son capaces de reventar una legislatura. La octava de la Democracia Española. Podía presentarse a las elecciones con una baza muy fuerte en sus manos: la de haber  castigado al irresponsable Zapatero, pero a costa de añadir más problemas a todos los ciudadanos.

Pero no primaron esos criterios en Coalición Canaria, sino los de la responsabilidad. La misma que vamos a seguir ejerciendo, con más ímpetu si cabe, para que al menos la más sangrante de las decisiones de Zapatero, el recorte de las pensiones, se corrija debidamente. Tenemos ahora doble legitimidad para ello, junto al grupo catalán.

Lejos de debilitarse, CIU, CC y UPN tienen la posibilidad de exigir medidas correctoras, a las que posiblemente se sumarán muchos de los que hubieran querido cerrar el Parlamento hasta después del verano.

El PSOE y Zapatero han actuado con una irresponsabilidad absoluta en los dos últimos años. Pero no podíamos someter al país a una segunda irresponsabilidad mayor.

Sobre todo cuando no difieren tanto las agendas políticas de PSOE y PP. Los socialistas se han acercado como nunca a las propuestas del PP con los recortes. Y los conservadores europeos que gobierna (Merkel en Alemania por ejemplo) han tenido que olvidarse de su promesa de bajar impuestos, si no querían entrar en la misma barrena que los países más débiles. Como también se ha olvidado de ello el conservador Cameron en Gran Bretaña.

Los caminos están más o menos despejados sobre lo que hacer. Hace falta aparcar por unos momentos las diferencias, emprender la reconstrucción: reformar también el mercado laboral para estimular el empleo y consolidar el sistema financiero para que fluya el crédito. Y cuando podamos respirar, pasar la factura a quien corresponda, según  la inteligencia y el sentimiento de cada elector. Nosotros trabajamos para llegar a ese momento con los deberes hechos. Y no tanto en poner permanentes zancadillas a los demás para que ninguno llegue en condiciones. Porque eso lastima doblemente a un país empobrecido como este.

El PSOE despreció esa posibilidad hace unas semanas en la negociación del llamado Pacto de Zurbano. Cuando las circunstancias internacionales y el peligro de un descalabro económico inminente le han puesto contra las cuerdas ha tenido que adoptar muchas de las propuestas del PP; en un ejercicio de improvisación lamentable y corregible todavía; que es malo, pero mejor que no hacer nada y seguir cayendo por la pendiente. Unas elecciones nos abocarían a mayor desconcierto.

Por ello Coalición eligió el camino de enmedio, sin dejar de recordarle a Rodríguez Zapatero su verdadera responsabilidad al término de mi intervención en el Congreso:

“Reconocemos que este decreto y sus medidas no son buenos, señor presidente. Pero no aprobarlo en estos momentos sería peor para este país y para los ciudadanos. Ni son buenas todas las [medidas] que están en él, ni están todas las que son buenas.

Por eso nos abstenemos, en la confianza de que en el futuro sea más previsor, escuche más a los técnicos de su Gobierno y a esta Cámara. Y tenga la gallardía de asumir ante los ciudadanos el alcance de su responsabilidad como presidente.

Señor presidente, usted solo y su irresponsabilidad nos metió en esta situación, y lo más triste es que usted ha querido intentar sacarnos de esto también solo. Ha rechazado que lo hagamos todos juntos. Es su exclusiva responsabilidad. Por eso no lo vamos a apoyar”.

 

 

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