Anoche pronuncié una conferencia junto al parlamentario lanzaroteño, David de la Hoz, en la sede de la asociación «Canarias en Berlín», en la que ambos ofrecimos nuestro punto de vista sobre los retos a los que nos enfrentamos y debatimos, junto a un grupo de  canarios y canarias que residen en la capital alemana, sobre las perspectivas de futuro. Un debate amplio y constructivo sobre cuáles son las debilidades que debemos corregir y las fortalezas que tenemos que poner en valor para construir una economía más diversa y más fuerte para ser más competitivos. 

El texto de mi conferencia es el siguiente:

La comprensión europea y la dependencia de Alemania

El futuro de Canarias pasa por aquí, por Berlín, por Bruselas y por otras naciones europeas. No sólo porque, en este caso, se trate de la capital del país que más turistas exporta cada año a las Islas sino porque si su economía va bien, los resultados se perciben automáticamente en Canarias y, sobre todo, porque es la nación que, en estos momentos, marca la agenda política y económica de la Unión Europea.

No se trata de que los canarios y quienes representamos a los ciudadanos depositemos en manos de los alemanes el futuro de nuestra tierra. No se trata de eludir responsabilidades. Es a nosotros, a los canarios, a los que nos corresponde asumir en las Islas un sinfín de retos para corregir las políticas en las que hemos fallado y diseñar un modelo económico que sea más competitivo y no tan vulnerable a los ciclos de recesión.

Se trata de que Alemania, y la Unión Europea, han entendido mejor que España qué supone ser una región ultraperiférica, y un ejemplo de ello es que contamos con un estatus propio en la Constitución europea, pero no en la española. Y mucho me temo que, teniendo en cuenta la alergia que existe en el PP y PSOE a tocar la Constitución, será difícil que nuestro encaje en la Carta Magna se concrete a corto o medio plazo.

La vocación europeísta de Canarias es incuestionable. Pese a nuestra posición geográfica, en África, nuestra economía ha estado, históricamente, estrechamente vinculada con el Viejo continente gracias a las exportaciones de productos que, durante muchos años, fueron nuestro sustento.

Europa ha entendido mejor que España nuestras singularidades. La normativa comunitaria respeta nuestra condición de región ultraperiférica y los grandes pilares de la ayuda de la Unión Europea hacen siempre un hueco a los territorios que, como Canarias, reciben un trato diferente en el amplio escenario comunitario. De hecho, en el marco presupuestario para el periodo 2014-2020, Canarias no ha sufrido, ni de lejos, el alcance de los recortes que sí ha decretado España.

En esta Legislatura, hemos sido testigos, sin derecho a réplica, de cómo el PP ha actuado como una auténtica apisonadora en el Gobierno, y en las Cortes Generales, pisoteando en cada proyecto de ley, en cada partida presupuestaria, los derechos históricos que nos corresponden por nuestra lejanía e insularidad. Los recortes no solo han sido presupuestarios, han sido también, como todos ustedes saben, tijeretazos en materia social, laboral, educativa, sanitaria, etcétera. Y Canarias no ha quedado al margen.

El Gobierno sigue sin entender que los problemas de las Islas son estructurales, no son pasajeros, y requieren un tratamiento singular y permanente. No podemos depender de la mayor o menor generosidad de quien ocupe el Palacio de la Moncloa. Y lo que es peor, no puede ser que, a día de hoy, tengamos que seguir recordando en cada una de nuestras intervenciones, en cada proyecto que elabora la maquinaria del Estado, que las recetas que Madrid diseña para el territorio continental no son aplicables en las Islas.

Ese es el primer mensaje que me gustaría subrayar en esta mesa de debate: una Europa más comprensible que el propio Estado español, y una economía canaria mucho atenta a lo que sucede en Alemania o Reino Unido, que lo que acontece en la Península.

Fortalezas de Canarias

Sin embargo, mi objetivo no es caer en el discurso victimista ni aprovechar este foro para enumerarles las quejas que cada semana nos oirán a quienes nos vemos obligados a repetir hasta la saciedad que Canarias es diferente, que es un territorio que necesita un trato distinto para evitar su progresivo alejamiento del continente.

Hablemos de retos y de oportunidades. De las vías a nuestro alcance para generar esperanza e ilusión en una Comunidad cuyo principal hándicap en su insularidad y lejanía. Condicionantes que nos arrastran casi al abismo, como al resto de las regiones ultraperiféricas, en tiempos de crisis prolongadas. Pero que, curiosamente, son, a su vez, nuestras principales fortalezas.

Canarias cuenta con un potencial del que disponen pocas regiones europeas. Potencial que nos otorga nuestra situación geográfica, a escasos kilómetros de África y en un espacio estratégico privilegiado como plataforma comercial con América Latina. Posición geográfica y estabilidad del sistema: esas son nuestras dos principales credenciales en el mapamundi económico para aspirar a ser un territorio competitivo.

A bote pronto, se me ocurren proyectos que serían la envidia de cualquier país. ¿Quién no desearía contar en su territorio con unas Islas pioneras en turismo y con una diversidad de paisajes, flora y fauna tan espectacular como la nuestra? ¿Qué país no desearía contar con una plataforma geográfica que le sirviese como nodo para los flujos comerciales entre Europa, África y América? ¿O con unas Islas que podrían aspirar a ser un laboratorio internacional en energías renovables y astrofísica, entre otras ciencias? ¿O con un territorio que podría servir de escala para vuelos comerciales y de carga entre continentes si el Gobierno aplicase la tan demandada quinta libertad del aire?

Es decir, ¿quién no desearía contar en su espacio geográfico con una plataforma que podría ejercer un papel similar al que desempeña Miami como plataforma entre la América del Norte y la América del Sur o el que desempeña, por ejemplo, Singapur en el comercio floreciente de los Océanos Índico y Pacífico?

Las posibilidades son finitas, pero las herramientas que se han puesto a nuestra disposición para ejecutar políticas de larguísimo recorrido y que son inaplazables siguen siendo hoy una demanda sin respuesta.

Contamos con fortalezas que nosotros no hemos sabido explotar, España no ha querido ver y Europa no ha podido o no ha sabido utilizar. Y es ahí, a mi juicio, donde se encuentra la respuesta al enunciado correspondiente a esta conferencia. Los retos son ambiciosos, pero la falta de comprensión, los titubeos de unos y otros, y la escasa visión de futuro han impedido, hasta ahora, que sean realizables.

Puntos fuertes para Canarias, fortalezas para España y la UE

Se trata de fortalezas que permitirían generar cimientos más estables y robustos en nuestra economía, y serían, a su vez, puntos fuertes para España y para la Unión Europea. Puntos que derribarían debilidades perennes de nuestra economía y nos permitirían, a su vez, ser menos vulnerables y menos dependientes de las ayudas estatales y comunitarias.

En definitiva, Canarias posee instrumentos a su alcance más que suficientes para ser una tierra de oportunidades, un espacio económico diverso y no dependiente de un monocultivo, y un territorio de intercambios comerciales, nodo de transporte marítimo y aéreo, laboratorio de investigación y plataforma para la canalización de las ayudas de cooperación al desarrollo.

Desde la óptica de la Comunidad Autónoma de Canarias, los puntos fuertes que podría aportar nuestro territorio a España y a la UE para contribuir a que haya un punto de inflexión en la evolución de los indicadores económicos son, además de los que he comentado, la reconversión de las zonas turísticas y su cualificación como destinos de calidad o la consolidación de nuestro papel en I+D+i en sectores en los que somos punteros como la investigación astrofísica, desarrollo tecnológico o energías renovables.

La triste realidad actual

Esas son las metas a las que aspiramos pero, por desgracia, no contamos con las soluciones al alcance de nuestra mano. Es al Gobierno del Estado y a la Unión Europea a quienes corresponde darnos la llave para poder ejecutar proyectos realizables y que, además, no requerirían de fuertes inversiones económicas sino de voluntad política y visión de futuro.

Visión que, lamentablemente, no encontramos en quienes hoy gobiernan en España, como tampoco por parte de quienes ocuparon la Moncloa en legislaturas anteriores. Ni ha habido voluntad ni nosotros hemos logrado –y para nosotros representa un fracaso- tener la suficiente capacidad de convicción para lograr una respuesta más satisfactoria a los intereses de Canarias en periodos en los que el voto de los nacionalistas canarios ha sido clave para la gobernabilidad de España.

Hoy tenemos, junto a Andalucía y Extremadura, la tasa de paro más alta del Estado. El índice de pobreza también se sitúa a la cabeza por el lastre que, en nuestro caso, supone el número tan elevado de hombres y mujeres que perciben las pensiones no contributivas por su prolongada vinculación a sectores precarios en los que, durante un largo periodo de tiempo, no se quiso o no se pudo regularizar los puestos de trabajo.

Casi el 70 por ciento de nuestros jóvenes no cuenta con un empleo. Y es aquí donde se plantea también un problema que en Canarias es mucho más grave que en la Península. Las bondades de la construcción y el turismo arrastraron a muchos jóvenes a abandonar sus estudios, atraídos por el dinero fácil e inmediato de sectores florecientes.

Jóvenes que hoy superan la barrera de los treinta años, que carecen de formación académica y sus posibilidades se reintegrarse en el mercado laboral se desvanecen a medida que se desinfla la construcción y el turismo cierra las puertas a quienes no tienen estudios y flaquean en la comprensión y conocimiento de otros idiomas. Jóvenes a los que podría abrirse una oportunidad a través del Plan de Empleo Juvenil desplegado por la Unión Europea en el que se prioriza la atención a los países más afectados por el desempleo, entre ellos España. Lo que nosotros esperamos en Canarias es que el Estado, una vez que reciba los fondos, aplique el mismo criterio. Es decir, que preste una mayor atención a los territorios más castigados por el paro, entre ellos Canarias.

Las debilidades de los sectores económicos

Paradójicamente, pese a ser Canarias una de las economías más castigadas por la crisis, es a su vez uno de los territorios en los que más ha crecido el número de activos. Activos que, en la mayoría de los casos, se han incorporado a nuestra economía procedentes de otras Comunidades Autónomas y otros países. Este asunto, ampliamente debatido en las Islas, y por el que muchas veces hemos sido tachados de xenófobos, tuvo en su momento también la comprensión de las autoridades comunitarias, y debe ser, a mi juicio, un asunto que siga estando presente en la mesa de debate sobre el futuro de las Islas.

Nuestro objetivo no es pedir a quienes vayan a trabajar allí un carné de canariedad sino que se nos permita priorizar la contratación de las personas que residan en las Islas. Y cuando me refiero a los residentes, me refiero a los extremeños o a los alemanes que viven en Canarias y cuentan allí con un proyecto personal y familiar de futuro. Nuestro territorio es limitado, pero las posibilidades de crecimiento de nuestra economía también lo son. En caso contrario, cada vez que estemos en disposición de emerger, nuestra economía volverá a naufragar si el número de activos se multiplica exponencialmente atraidos por nuestro crecimiento.

La tasa de paro se aproxima rápidamente a barreras que jamás pensábamos que superaríamos. Barreras que nos abocan irremediablemente a un estallido social si no se produce un milagro económico o se pone fin al vertiginoso plan de austeridad impuesto a España y que está multiplicando los efectos devastadores de la crisis.

El número de personas sin empleo crece vertiginosamente, casi a la misma velocidad que se desmantelan los servicios públicos que deben atender a las familias que se quedan sin recursos para subsistir.

Es decir, en el peor momento de nuestra economía, en la etapa en la que más personas necesitan el sustento de los poderes públicos, en España contamos, por obra y gracia de la austeridad, de menos recursos y de menos personal para acometer una tarea de auténtica emergencia social.

Esa es la parte más dramática, la que conforman las familias sin recursos y aquellos que no tienen empleo. ¿Pero qué sucede con quienes sí lo tienen? En el caso de Canarias, y en mayor o menor medida en el resto de las Comunidades Autónomas, todos los sectores productivos están inmersos en una profunda depresión económica y en una abismal incertidumbre con respecto al futuro a corto y medio plazo.

En nuestro caso, y después de marcar un récord histórico en la llegada de visitantes en 2011, con una cifra superior a los 12 millones de turistas, el sector más importante de nuestra economía es incapaz de retornar a la senda del crecimiento. La desacertada decisión del Gobierno del Estado de encarecer las tasas aeroportuarias y eliminar las bonificaciones que nos permitieron crecer hace dos años ha provocado una caída estrepitosa del número de conexiones aéreas entre Canarias y la Península, y el continente europeo.

¿Qué ha pasado en solo dos años? El mercado interinsular ha retornado al monopolio de Binter tras el precipitado cierre de Islas Airways, las frecuencias con la Península han pasado de 400 a tan sólo 274, y el encarecimiento de las tasas ha provocado la huida de muchas compañías que antes operaban desde distintos aeropuertos europeos.

La conectividad roza mínimos históricos y, además, a ello hay que sumar la supresión del programa creado en 2009 para la rehabilitación de los espacios públicos turísticos obsoletos. Un programa que, lamentablemente, se ha quedado a medio camino pese a que se trata de una herramienta indispensable si queremos que Canarias siga siendo un destino competitivo.

El sector industrial se encuentra también en franco retroceso tras la supresión progresiva de las ayudas estatales y comunitarias que permitirían que nuestras empresas compitiesen en igualdad de condiciones que las compañías del continente. Lo mismo sucede con las producciones agrarias exportadoras. Sin las ayudas al transporte hasta la Península, con la supresión de los aranceles a las importaciones de América Latina y los acuerdos de la UE con Marruecos, tienen los días contados.

Los canarios vuelven a emigrar

Muchos de los que hoy se encuentran aquí han emigrado a Alemania huyendo de la situación que les he descrito y que conocen perfectamente por su experiencia personal o por los casos que han visto en su familia o entre sus amigos.

Muchos han optado por emigrar ante la ausencia de ofertas y de esperanza en un mercado que languidece y que apenas acoge nueva mano de obra. Muchos han llegado hasta aquí sabiendo hablar alemán y con una carrera universitaria, pero otros lo han hecho a la desesperada, buscando urgentemente un puesto de trabajo. Un puesto que no encuentran en Canarias.

Y es la visión y la experiencia de ustedes, que hoy viven a más de 3.500 kilómetros de las Islas, la que necesita en estos momentos Canarias para, una vez que pase la crisis, poder afrontar un nuevo periodo, en el que nada volverá ser igual que antes, para construir un territorio más fuerte económicamente, mejor preparado académicamente y más equitativo socialmente. Ese es el reto que nos une a todos, a los que seguimos en Canarias y a los que, forzados o no, han optado por emigrar a otros países.

 

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