Si no hay soluciones mágicas para salir de la crisis, existe un conjunto de pequeñas, medianas y grandes medidas para hacerle frente.Todo lo que aumenta nuestra competitividad, nuestra productividad, nuestra capacidad para hacer más y mejores cosas a precios más reducidos y contaminando menos, ha de ser bienvenido, apoyado e impulsado por todos. Lo contrario, la pasividad, sólo nos hundirá más en el pozo.

Una de esas medidas largamente esperadas en Canarias, desde hace veinte años, son las plantas de gas natural, un combustible esencial sobre todo para la producción de energía eléctrica, por su menor precio y baja contaminación. Un combustible que ya está presente desde hace muchos años en todas las regiones españolas y que contribuiría como pocas cosas a reducir en Canarias el nivel de emisiones, como nos exige el Protocolo de Kioto y los acuerdos sobre el cambio climático. También sería útil para reducir los costos de nuestro sector turístico y de la industria y mejorar sus capacidades futuras.

Desde hace mucho tiempo el gas natural se contempla en todas las planificaciones aprobadas  en Canarias, en España y en la UE (que concedió una fuerte subvención inutilizada hasta ahora para su implantación en Canarias). Pero a pesar de sus indudables ventajas, somos la única región que carece de esta fuente energética,  a causa de los numerosos entorpecimientos que nosotros mismos hemos puesto a su desarrollo, contribuyendo así al ya inicial desinterés de las grandes operadoras españolas. ¿Por qué habrían de instalarse aquí, donde somos siete pequeños mercados energéticos aislados frente al gran mercado peninsular con grandes plantas interconectadas por gaseoductos? Como tantas veces ocurre, en Canarias precisamos instalaciones a una escala más pequeña que la continental, incluso en las pobladas islas capitalinas, que no pueden producir a los mismos costes que en el continente.

La historia de nuestro peculiar Régimen Económico Fiscal (REF) es el relato de más de siglo y medio de lucha de los canarios para que España y Europa reconozcan que no se puede tratar igual a los desiguales, a un continente y a unas islas, sobre todo si son lejanas, ultraperiféricas. Y esa lucha ha tenido importantes consecuencias para la garantía de nuestro aprovisionamiento energético. Mucha gente no sabe que, sin el REF, encender la luz o abrir el grifo nos sería casi prohibitivo. Si queremos modernizar nuestro sistema energético, es preciso que se apliquen los principios del REF para despejar los obstáculos tanto a la implantación de gas natural como de las energías renovables.

Además de contaminar menos, solo el gas natural puede ahorrar entre 200 y 250 millones de euros al año a la factura energética canaria. No podemos seguir anclados en un sistema eléctrico del siglo XX, dependiente casi exclusivamente del petróleo; mientras en el resto de Europa las energías renovables y el gas natural producen  casi el 50% de la electricidad. Y más todavía cuando no podemos beneficiarnos del bajo coste de la energía nuclear. Diversificar y garantizar nuestros suministros es una tarea esencial para asegurar un futuro a precios razonables. Sin más eficiencia económica y medioambiental en todos los sentidos, no habrá creación sostenible de puestos de trabajo. Y el sector energético es hoy -junto al financiero – auténticamente crítico en el conjunto de acciones necesarias para la recuperación económica.

Hoy Canarias contamina mucho más que en el siglo XX, porque no se han introducido acciones que mejoren nuestro rendimiento energético, especialmente en la generación de electricidad, donde los avances europeos de las dos últimas décadas han sido absolutamente ajenos a Canarias. ¿El gas natural más barato y menos contaminante?

 

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