Las encuestas del CIS han confirmado las predicciones: el PP puede alcanzar la mayoría absoluta en las elecciones del 20N. Es un dato contrastado por todos los sondeos y todos los analistas.
Y lo va a hacer sin mover un pelo. No solamente no comprometiéndose a medidas concretas como las que hacen falta; sino simplemente ocultando su agenda de acciones. Dando gato por liebre. Porque el PP sabe que sus proyectos reales desencantarán a muchos de los que se resignan a votarles para, sencillamente, dar la vuelta a la tortilla y producir un cambio. A los más sujetos a la «ley del péndulo», movidos más por el voto de premio/castigo que por el análisis de cada circunstancia.
Admito que ese esquema pueden aplicarlo los que se sientan muy cercanos o vinculados a las políticas conservadoras; o los electores menos acostumbrados a la reflexión; o los que simplemente quieran votar más con las tripas que con la cabeza, hartos de Rodríguez Zapatero. Están en su derecho.
Pero si se reflexiona un poco, si se piensa siquiera un poco en clave canaria, enseguida se advierte que una mayoría absoluta nos devuelve a los tiempos en que el PP hacía y desahacía a su antojo, según el capricho de Aznar; y sin tener para nada en cuenta realidades territoriales diferentes como la nuestra.
Si pensamos que el PP ya está instalado en la Moncloa (y actúa como si lo estuviera) está muy claro que a Canarias le conviene un escenario en el que sea preciso contar con sendos grupos canarios en las Cortes.
Si el Partido Popular no obtiene la mayoría absoluta podemos confiar en que la reforma pendiente del Régimen Económico Fiscal de Canarias podrá hacerse de común acuerdo con Canarias. Si obtiene la mayoría absoluta, podemos predecir que habrá un retoque de la fachada del REF, o que no habrá ninguno.
Y sin nuevo REF es muy difícil que Canarias remonte la crisis. Y no solo eso: que tenga niveles de paro semejantes a la media europea.
No hay ningún compromiso real del PP con Canarias, más allá de una vaga alusión a la lejanía y la ultraperificidad para cubrir el trámite. Nada incumplirán si no se reforma el REF.
Por ello, la única forma de garantizar que avanzaremos en el reconocimiento de nuestras singularidades es que los nacionalistas canarios dispongamos de fuerza suficiente y que el PP no pueda imponer a Canarias por sí solo las reglas de su futuro.
Y no solo eso, es la única manera de seguir avanzando en una aspiración histórica: que la inversión del Estado en Canarias se iguale a la media nacional. La presión de Coalición Canaria ha acercado el objetivo en cada legislatura, pero no se ha obtenido todavía.
La ecuación es simple. Una mínima reflexión sobre el futuro escenario inducirá a muchas personas a detener la «ola PP» con el refuerzo de opciones nacionalistas que reduzcan la conocida prepotencia del Partido Popular cuando está solo en el poder.
Así lo entiende el electorado catalán, vasco, gallego y canario, que va a aumentar o mantener el respaldo a las opciones nacionalistas, como única forma de no volver a la España uniformada, unificada y única que el PP lleva por bandera.
Todo proceso de armonización y unificación como el que se anuncia puede reducir, o incluso laminar, algunas de las singularidades canarias.
Habrá personas que no lo vean. Pero quiero invitarles a que lo reflexionen un poco. Mínimamente.
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