Esta semana defendí en el pleno del Congreso la necesidad de que el Gobierno multiplique sus esfuerzos en Bruselas para lograr una solución a la difícil situación que vive el sector pesquero como consecuencia de la suspensión del acuerdo con Marruecos. Un sector pesquero canario que se ha acostumbrado a vivir a contracorriente. A la dureza de esta profesión, que exige muchos sacrificios personales, se suma, como ocurrió el pasado día 14 de diciembre en el Parlamento europeo, resoluciones políticas que suponen un duro revés para armadores y pescadores castigados por decisiones que dificultan seriamente la continuidad de su trabajo.

Los pescadores han vuelto a casa y los buques permanecen amarrados a la espera de que haya un giro en las negociaciones. Un giro que les permita poner nuevamente rumbo cuanto antes hacia el caladero marroquí. Cada día que pasa, cuenta mucho para un sector demasiado hostigado y que ahora vive una tensa espera que, en el caso de Canarias, afecta a 250 empleos directos y unos 1.000 indirectos.

Es cierto que pronto comenzarán a percibir las compensaciones que les corresponde, pero su verdadera esperanza se encuentra en las negociaciones que han autorizado los Veintisiete a la comisaria de Pesca, María Damanaki, para que retome los contactos con Rabat para un nuevo acuerdo pesquero que reemplace al vetado por la Eurocámara.

Unas negociaciones que confío que se celebren lo antes posible, aunque sólo podrán iniciarse previo acuerdo del Parlamento europeo. Emplazo, a este respecto, a populares y socialistas a que convenzan a sus compañeros en Estrasburgo y Bruselas sobre la necesidad de que se agilice la celebración de este debate.

No es la primera vez que nos enfrentamos a una situación similar, pero es obvio que cada resolución política adversa supone un nuevo paso atrás para aquellos armadores que siguen confiando sus recursos económicos a una actividad que vive a expensa de los vaivenes de la diplomacia y las estrecheces de unos acuerdos con demasiada letra pequeña y que, en ocasiones, se rompen antes de la fecha prevista.

La decisión del Parlamento europeo de suspender el acuerdo dos meses y medio antes de la fecha límite (el 27 de febrero de 2012) supone que los armadores, las organizaciones productoras y los agentes comercializadores han dejado de ingresar más de cinco millones de euros previstos para este periodo. Y a ello hay que añadir unas pérdidas que, en determinados casos, son irrecuperables dado que se trata de cánones y derechos de licencia que deben ser abonados previamente.

También manifesté en el pleno del Congreso que, en estos momentos, el futuro del maltrecho sector artesanal canario está en manos de la Unión Europea. No en vano, los 26 buques artesanales y atuneros que faenaban en las aguas habilitadas por el acuerdo bilateral sumaron en 2011 el 53% de las capturas comercializadas en Canarias.

Por tanto, más de la mitad de los armadores y pescadores que aún subsisten en las Islas dependen de las decisiones que se adopten en las próximas fechas y que conciernen a la renovación de los acuerdos pesqueros con Marruecos y Mauritania y, por otra parte, a que se retomen los contactos frustrados con Portugal para que la flota pesquera pueda faenar en aguas de los archipiélagos de Madeira y Azores.

El ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, se comprometió conmigo en su primera comparecencia en el Congreso a priorizar la renovación del convenio que expira este año con Mauritania, país al que se desplazará personalmente para cerrar un acuerdo con las autoridades mauritanas.

Los barcos artesanales canarios cumplen, además, con los criterios de sostenibilidad que exige la Unión Europea. Un requisito que las autoridades comunitarias valoran positivamente para evitar que las embarcaciones que se beneficien de los acuerdos bilaterales caigan en el error de esquilmar los caladeros prestados a través de este tipo de convenios.

La no renovación del acuerdo pesquero con Marruecos supone la pérdida de casi 28 millones de euros en un sector que agoniza y que, con cada crisis diplomática, va menguando en un territorio, como Canarias, cuya vinculación con la pesca se ha ido ahogando y que aún persiste gracias al esfuerzo y a los sacrificios que asumen quienes siguen creyendo en su futuro económico.

La pesca forma parte de nuestra idiosincracia como pueblo y es parte de nuestra historia y economía. Ahora sólo resta que los pasos que se den por parte de la Unión Europea sirvan para que siga formando parte de nuestro futuro.

Coalición Canaria y Nueva Canarias vamos a mantener vigente la defensa de un sector pesquero duramente castigado que, en estos momentos tan duros, necesita nuestro apoyo incondicional en todos aquellos foros en los que se decide su futuro.

 

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