La próxima semana será una de las más intensas, esperadas y  de mayor trascendencia política en el Congreso de los Diputados. El presidente Rodríguez Zapatero decidió que esa sea la del Debate del Estado de la Nación, que este año coincidirá con la grave crisis económica.Esta vez, la inminencia de los comicios europeos hará que, especialmente los dos grandes partidos, afronten el debate teniendo en cuenta sus intereses electorales. La importancia del debate queda demostrada por la expectación entre los ciudadanos, el amplio seguimiento de los medios de comunicación y el valor especial que le damos todas las fuerzas políticas.

Pero aunque los grandes medios tienden a centrar su atención en el enfrentamiento entre el presidente del Gobierno y el líder del principal partido de la oposición, también hay un espacio para los portavoces de los pequeños grupos, y más cuando nadie tiene mayoría absoluta. Los dos primeros ocupan la mayor parte del tiempo en la tribuna y en los telediarios, aunque en este caso Zapatero y Rajoy se enfrentan a ver quién gana en las encuestas, quién resulta más convincente, quién ofrece la frase más ingeniosa, quién fortalece su posición frente a la sociedad y ante su propio partido, el pleno del estado de la nación no es sólo eso.

Durante dos días de la próxima semana, y uno más de la siguiente, en la que se votarán las propuestas de resolución, el debate facilita a los grupos parlamentarios, a todos, la oportunidad de analizar y debatir la situación de España, sus problemas globales y los singulares de algunos territorios. También, claro, tenemos la posibilidad de aportar soluciones.

Es un debate en el que no sólo se pone en evidencia el peso específico de cada fuerza política. También se visualiza la fuerza que tiene en cada momento cada comunidad autónoma. Tradicionalmente, los focos periféricos se centran sobre todo en el País Vasco y Cataluña por los motivos que conocemos. Esta vez, el cambio de gobierno en la priemera o el condicionamiento que se realiza desde Cataluña al modelo de financiación de las comunidades, sitúa una vez más en esos territorios la atención política que escapa del centro de Madrid.

No es momento de lamentar lo que podría ser pero no es. Sin embargo, es en estos momentos cuando se pone más en evidencia la importancia de tener un grupo parlamentario canario propio en Madrid. Es en estas situaciones cuando más se echa en falta que Coalición Canaria dispusiera de los cuatro miembros que la convirtieran en un grupo parlamentario con el peso de los catalanes o de los vascos.

Si sólo dos diputados, José Luis Perestelo y yo, conseguimos cada semana, como mínimo, que se conozca la situación en Canarias, y que se aprueben nuestras propuestas, qué sería si tuviéramos el doble de representación. En todo caso, Canarias será, tras el Cataluña y el País Vasco, la comunidad de la que se hablará más esta semana en el Congreso. Canarias volverá a estar en la Carrera de San Jerónimo y toda España conocerá, a través de la televisión, nuestra realidad, nuestras demandas y las soluciones que proponemos. Ello, una vez más, conviene recordarlo, gracias a la existencia de CC.

Como portavoz de los nacionalistas canarios hablaré con toda la fuerza y claridad. Y más, después de los últimos indicios ofrecidos por el Gobierno hacia Canarias. A pesar de que todos los grupos parlamentarios aprobaron en noviembre una moción con 18 medidas anticrisis dirigidas específicamente a las Islas, el Gobierno no ha impulsado ninguna de ellas. A pesar de la urgencia, ha dado largas hasta junio, después de que haya pasado el trago de las elecciones europeas y de que haya tenido tiempo de cerrar con Cataluña su particular modelo de financiación.

Esa actitud desdeñosa del Gobierno de Madrid hacia Canarias la pondrá CC de manifiesto en el debate. Nuestro grado de contestación a la ya conocida política de avestruz del Gobierno se modulará más o menos en función de que los compromisos expresados en la moción se hayan concretado o no antes del debate, siquiera en el más urgente de ellos: la dotación de al menos 40 millones de euros que vengan a reforzar la construcción y modernización de centros escolares en Canarias, que es vital tanto para la formación de los recursos humanos como para el empleo de varios miles de trabajadores de la construcción y servicios complementarios, los más castigados por el paro.

Si el presidente del Gobierno sigue manteniendo que está haciendo todo lo suficiente, que su margen de maniobra ya está gastado y que la culpa de todo lo tiene la coyuntura internacional y el creciente coro de los que lo critican, tendrá a Coalición Canaria enfrente.

Pero eso no es lo peor. Lo más grave es que tendrá a la propia realidad enfrente a pesar de que no la vea o no quiera verla, al estar mucho más preocupado por las oscilaciones del termómetro político que mide la aceptación de su figura y de su Gobierno que por las variaciones del termómetro económico, que nos marca cada mes un mayor hundimiento y recesión. En Canarias, especial y más duramente; porque ya en el debate último de los Presupuestos Generales se negó a ver los nubarrones que se cernían sobre nuestras Islas y aunque mejoró en algo en gasto corriente, cercenó de nuevo la inversión productiva generadora de puestos de trabajo, a pesar del mandato inversor de nuestro Régimen Económico Fiscal.

Es hora de que el presidente del Gobierno se deje de pamplinas con Canarias. La aprobación de la moción con las medidas anticrisis en Canarias fue un primer paso, necesario pero insuficiente. Es grave que durante más de mes y medio no se haya adoptado la más mínima de esas medidas, incluso las que ya tenían mención en los Presupuestos. No es de recibo. Y faltaríamos a nuestro compromiso de ser la voz de Canarias (independiente y no condicionada) en un Parlamento mucho más receptivo siempre a las demandas canarias que el Gobierno, más pendientes de sus filias y fobias, de sus equilibrios internos y de cumplir con algunos barones a los que se prometió trigo en tiempos de bonanza y ahora toca repartir en momentos de crisis.

Canarias estará en el Debate de la Nación. Y espero y trabajo para que lo esté dignamente.

 

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