Algunos ya saben que, a falta de buenas medicinas, el remedio más eficaz contra un dolor suele ser otro mayor. Algo de esto ha ocurrido esta semana  con la gripe H1N1 (mal llamada “porcina”), que ha venido a sustituir a la incertidumbre económica al frente de la lista de preocupaciones de los ciudadanos.

Lo que me recuerda a un viejo aforismo que ahora circula ampliamente por las redes sociales de Internet: “Cuando todo te va mal… recuerda que siempre puede estar peor”. Esta expresión no es un abordaje pesimista de los momentos actuales, sino una previsión constante de la mayoría de los expertos y de las instituciones que analizan el futuro económico de  España y del mundo.

El presidente Zapatero sigue, sin embargo, subido al carro del optimismo rampante con el que tan bien le ha ido en los tiempos de bonanza. Y nos recuerda  de nuevo que “lo peor de la crisis ha pasado”, cuando hace apenas unos meses insistía en negar la propia crisis para calificarla de una simple desaceleración.

Siempre me ha gustado la esperanza. Sin esperanza en un mundo mejor no tendría el más mínimo sentido estar en política. Sería un derroche de tiempo y de disgustos. Pero si algo caracteriza a la buena política es que no confía al azar y a la buena suerte la solución de los inevitables problemas que todo tiempo acumula.

La buena política sólo da frutos si se construye sobre la base de un buen diagnóstico de la situación, que nos aleje de los errores y de los caminos estériles, así como de la tentación de repartir pan para hoy si no tenemos trigo para sembrar mañana.

Por ello, por ejemplo, podemos tener una razonable confianza en que la amenaza de pandemia gripal no cause estragos en la salud de los canarios, porque disponemos de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Y si todos seguimos las indicaciones de las autoridades sanitarias, contribuiremos a atajarla  en cuanto asome.

Otra cosa son los países  con débiles sistemas de salud, en el que el daño puede ser enorme. El ya raspado “bolsillo público” [y aun los privados]  de los españoles tendrá que aflojarse con esas áreas del mundo si lo que hoy es una amenaza comienza a segar muchas vidas.

Pero ese mismo nivel de confianza  frente a esta crisis sanitaria no se puede alcanzar hoy  frente al enorme bache económico por el que atravesamos en España, sobre todo ante la más triste de las evidencias, el desempleo galopante, que nos  diferencia radicalmente de otros epicentros de la crisis como son Europa y EE.UU. Con millones y millones de manos ociosas  es imposible que podamos escalar las paredes del agujero en que estamos metidos.

Por eso, Coalición Canaria ha priorizado las medidas que, en principio, eviten que se siga destruyendo empleo, paso previo a la creación de nuevos puestos. Con el mercado de la vivienda parado, la rehabilitación de los espacios turísticos y las medidas de promoción que eviten la caída de visitantes se convierten en piezas esenciales para remontar. ¿En qué medida el Estado colaborará en atacar el alto nivel de paro en Canarias?

Paulino Rivero y José Luis Rodríguez Zapatero convinieron el jueves pasado en darse 45 días para concretar el apoyo del Estado a las medidas anticrisis que estamos desarrollando en Canarias. Su alcance se verá entonces. Esta claro que solo serán eficaces si se ponen en marcha con rapidez. En cualquier caso, no nos evitará nuestro propio esfuerzo.

Para bien o para mal, la llamada globalización está abriendo un nuevo mundo, en el que vuelven a mostrar más vigencia todavía las viejas teorías del bicentenario Darwin sobre la evolución de las especies,  en este caso aplicada a la marcha de los pueblos.

Es cierto que la especie humana es cosa aparte, sobre todo desde que inventó algo tan precioso para todos como la dignidad: ese reconocimiento de que todos los hombres y mujeres, por el mero hecho de serlo, tienen unos derechos sagrados de por vida, que los protegen frente a los poderosos o los malvados.

Pero eso no quita para que los más eficientes como pueblo sigan aspirando al mejor de los mundos. Canarias no puede perder ese tren  en estos tiempos de extrema dificultad. A cada uno nos corresponde algo en ese empeño.

 

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