Tomás Padrón tuvo un sueño. Optimista y comprometido con su tierra, soñó y creyó en un proyecto que permitiese a la isla de El Hierro ser autosuficiente en materia energética para evitar que los herreños y herreñas fuesen rehenes del exterior. Y ese anhelo, en el que muy pocos creían, pero que él tejió con la paciencia y con la sabiduría de un hombre fiel a su responsabilidad, es hoy una realidad: la central hidroeólica “Gorona del Viento”.
Solo tres días después de que el Tribunal Supremo tumbase, por un estrecho margen de tres votos a dos, los recursos en los que se exigía la paralización de las prospecciones petrolíferas en Canarias, hemos sido testigos del nacimiento de un proyecto que representa el más claro ejemplo de la vía por la que debemos transitar si queremos que nuestras Islas sean un modelo sostenible y un ejemplo para el resto del mundo, como lo es ya la central herreña.
Dos modelos antagónicos e incompatibles se han puesto sobre la mesa en las Islas: el que representa la central hidroeólica , cuyo objetico es que el consumo de la Isla se cubra con energía procedente de fuentes renovables, y la explotación de energías fósiles a escasas millas de las playas de Lanzarote y Fuerteventura. Entre ambas opciones, El Hierro ha optado por la vía más sostenible, menos costosa y menos dependiente.
Decía Víctor Hugo en pleno siglo XIX que “produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras que el género humano no la escucha”. Y esa es la impresión que tenemos todos los canarios con respecto a las prospecciones. La naturaleza pone en nuestras manos un sinfín de energía limpia, pero aquellos que no escuchan, como se quejaba el autor de “Los miserables”, se empeñan en perforar el subsuelo marino en una cruzada en la que solo han necesitado el apoyo del Gobierno del Estado y de una legislación ajena a un planeta enfermo que exterioriza su dolor a través de las huellas que deja el cambio climático.
Lanzarote y Fuerteventura, a las que se pretende castigar con su inclusión en el maldito atlas mundial del oro negro, querrían ser también como El Hierro. Existen proyectos redactados por diferentes especialistas, entre ellos nuestro compañero Javier Morales, otro herreño visionario, a los que estamos obligados a dar una oportunidad, impulsando los cambios legislativos y las decisiones políticas que sean necesarias, para que nuestros actos sirvan para marcar una agenda que culmine de la misma manera que concluyó el sueño de Tomás Padrón.
“El presente es solo un escalón hacia una mayor perfección, la preparación para una vida más perfecta. Por eso, quien es capaz de dar carta de naturaleza con un nuevo ideal a esta esperanza en el progreso moral de la humanidad se convierte en guía de su generación” (Stefan Zweig). Tomás se convirtió en un guía para El Hierro y a nosotros, a quienes participamos en la política y a toda la sociedad canaria en general, nos corresponde dar los pasos correctos para “prepararnos para una vida más perfecta” a la que se refiere Zweig.
El sol, el viento, las olas y el calor geotérmico son fuentes de energía inagotables. Otras, como la que el Ministerio de Industria pretende extraer en nuestros fondos marinos, tienen los días contados. Si no respetamos las leyes de la naturaleza y nos negamos a ver los efectos de una política que irrita al planeta, estaremos contribuyendo a la defunción del territorio.
Por ello, pese al empeño del Gobierno y a las resoluciones judiciales, debemos seguir adelante. Decía Lincoln que “la probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos de apoyar una causa que creemos justa”. A Tomás Padrón le llovieron las críticas cuando presentó su proyecto 100% sostenible, pero el desdén de quienes le tacharon de ingenuo no amedrentó a quien sí supo escuchar a su propia naturaleza.
Y una advertencia final para el Ministerio de Industria y para la petrolera Repsol: “si crees que la economía es más importante que el medio ambiente, intenta aguantar la respiración mientras cuentas tu dinero” (Janez Potocnik)
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