Artículo publicado en El Huffington Post

Un madrileño que emigró a Bergen (Noruega) durmió durante tres días en las calles y tuvo que ser hospitalizado con síntomas de congelación. En Colonia (Alemania), muchos jóvenes buscan trabajo desesperadamente sin éxito por su desconocimiento del idioma. Muchas son las historias que están aflorando sobre el drama que viven muchos jóvenes que han emigrado en busca del futuro que aquí no encuentran. Otros, con más suerte en el mercado laboral, tratan de adaptarse a una nueva realidad tras hacer las maletas obligados por la situación económica que se vive en un país con una tasa de paro juvenil que supera el 50 por ciento.

Pese al drama que supone decir adiós a tu familia y cruzar la frontera, cuesta creer que la secretaria de Inmigración y Emigración, Marina del Corral, haya cometido la torpeza de asegurar públicamente, sin ruborizarse ni pedir perdón con posterioridad, que la emigración de jóvenes españoles al extranjero no se debe solo a la crisis económica sino a la globalización y «al impulso aventurero de la juventud».

Una aventura, señora Corral, es aquella en la que se embarcan aquellos jóvenes que, sin ser empujados por la crisis, deciden emprender un nuevo rumbo fuera de su país para mejorar su currículo e incrementar su experiencia laboral. Sin embargo, mucho me temo que no es el caso de la inmensa mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes que han tomado la dolorosa decisión de viajar a un país desconocido y buscar un puesto de trabajo en una ciudad alejada de su familia, sus amigos, etcétera.

La respuesta a la insensatez de la secretaria de Inmigración y Emigración no se hizo esperar, aunque lamentablemente echo de menos que no haya sido desautorizada por el Gobierno ni por el Partido Popular. Un grupo de emigrantes en Suiza ha remitido una carta al Parlamento pidiendo que analice por qué los españoles se van a vivir a otros países, en respuesta a sus declaraciones.

Este grupo subraya en dicho escrito que «los españoles que salen de su país a trabajar en estos momentos lo hacen debido a la conjunción de una crisis brutal y un modelo de desarrollo económico parasitario e impuesto por las élites política y económica, a los que ahora se une una gestión cobarde de un Gobierno que sólo obedece a los intereses de los capitales financieros y económicos que crearon la crisis, mientras asiste impasible al empobrecimiento constante de millones de españoles».

La emigración vuelve a ser una vía de escape para aquellos que se encuentran atrapados en el desempleo y son plenamente conscientes de que el horizonte no invita al optimismo. Muchos han emprendido el mismo camino que tomaron sus padres y abuelos en la década de los setenta. La historia se vuelve a repetir con la misma crudeza y dolor que entonces por mucho que las nuevas tecnologías ayuden a mantener un contacto más fluido. Sin embargo, pese a las posibilidades que se abren en el exterior, causa mucha aflicción y rabia las palabras de Marina del Corral.

Aparte de la situación personal de cada uno de los jóvenes que emigran, con su marcha perdemos parte del talento que tanto ha costado a las arcas públicas y dejamos escapar a muchos de aquellos que representan a la generación mejor formada de nuestro país.

Raquel, de 28 años, reside en Rusia y asegura en el blog Pepas y Pepes 3.0 que «volver es un sueño que se difunde entre utopía y realidad cada vez más. Quiero vivir en mi ciudad, pero sé que antes tendré que recorrer aún más kilómetros».

Muchos kilómetros muy lejos de casa. Como aquellos canarios y canarias que emigraron a Venezuela, Cuba y otros países de Latinoamérica el siglo pasado, aunque en un escenario económico y con una preparación académica muy diferente a la de los jóvenes que se ven obligados a realizar el mismo viaje de ida, sin fecha de vuelta.

Supongo, en definitiva, que la Secretaria de Inmigración se refería a otro tipo de andanzas viajeras y no a la desventura que viven muchos jóvenes españoles.

 

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