«Esto no es una cuestión que afecte a Canarias, esto es una cuestión que afecta a España». Así finalizó el ministro de Industria, José Manuel Soria, su intervención en la interpelación que le planteé el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados sobre las prospecciones petrolíferas autorizadas por su departamento a la compañía Repsol frente a las cosas de Lanzarote y Fuerteventura. Esta frase resume de una manera muy gráfica la posición de un Gobierno acorralado que, en un ejercicio de malabarismo dialéctico, es capaz de negar incluso una realidad tan objetiva como la geográfica para acallar la oposición mayoritaria de la sociedad canaria a este proyecto.
El mismo partido que suprime dos islas de nuestro archipiélago en su programa electoral nos intenta hacer creer también que las aguas que nos rodean no tienen absolutamente nada que ver con Canarias. Es decir, que somos el único Archipiélago de todo el mundo con Islas, pero sin mar. Nada extraño en el discurso de un político que aseguró que el meridiano de Greenwich pasa por Canarias y que ahora, en una nueva pirueta política, nos intenta convencer de que el mar que nos rodea no forma parte de nuestro territorio.
Cuando escuché al ministro en el Congreso de los Diputados no pude evitar recordar las declaraciones que sus compañeros de partido de Baleares y Valencia han realizado sobre las prospecciones. No pude evitar recordar aquella alocución poética de González Pons en 2010 en la que dijo que «los ciudadanos tememos el chapapote y a no volver a ver los eclipses de luna sobre el mar» o la contundencia del presidente balear, José Ramón Bauzá, cuando retó al Gobierno del Estado asegurando que su petróleo «es el turismo y no permitiremos, jamás de los jamases, que se autoricen prospecciones en nuestro mar».
Los mismos que consideran incompatible en Baleares el petróleo con el turismo nos aseguran que, en el caso de Canarias, es una fuente de riqueza, una oportunidad única a la que no podemos renunciar de ninguna manera, que ningún país del mundo diría no a las energías fósiles y que con la tasa de paro que existe en Canarias no tenemos otra salida y debemos claudicar sean cuales sean las consecuencias.
Toda esta maniobra elaborada conjuntamente por Repsol e Industria es una falacia. Nosotros, pese a sus esfuerzos, estamos cargados de razones para seguir diciendo no. Y decimos no porque con la explotación de petróleo asumimos todos los riesgos y, a cambio, no percibimos ningún beneficio. Decimos no porque no estamos dispuestos a poner en juego el futuro físico de nuestra tierra, ni el futuro vital de más de dos millones de canarios y de las futuras generaciones.
Vivimos en una tierra de una extraordinaria riqueza natural. Y ese es nuestro verdadero tesoro, el oro verde y azul. No el oro negro. Pero nuestra oposición no solo tiene que ver con la protección de nuestra naturaleza. En el caso de un accidente, afectaría también a un recurso vital como es el agua. Ante un vertido, dejaríamos a los más de 200.000 habitantes de Lanzarote y Fuerteventura, además de la población de turistas flotante, sin agua potable durante un periodo indeterminado.
Decimos también no al petróleo porque nuestra principal actividad es el turismo. Un derrame como el que ocurrió en el Golfo de México hundiría la economía de una Comunidad como la canaria y sería un golpe de muerte al principal motor económico de Canarias.
Sin pudor, sacan de la chistera cifras irreales sobre el número de empleos que generaría esta actividad y tratan de comprar nuestro silencio a cambio de promesas de millones de euros. Pese a la evidencia, plantean dudas incluso sobre el apoyo que tiene en Canarias la oposición al petróleo y aseguran que la mayoría social está a favor de las energías fósiles. La respuesta que ofrecemos los nacionalistas es que el Gobierno del Estado autorice una consulta al pueblo canario.
El ministro se refugió constantemente en que las prospecciones no conllevan necesariamente la exploración. Y volvió a faltar a la verdad. El artículo 9.2 de la Ley de Hidrocarburos dice que «el otorgamiento de un permiso de investigación confiere al titular el derecho, en exclusiva, a obtener concesiones de explotación, en cualquier momento del plazo de vigencia del permiso, sobre la misma área»
Canarias ha vivido diferentes procesos migratorios provocados por la hambruna, la sequía, la crisis de la cochinilla o el fracaso de otros monocultivos. Y nosotros no nos podemos permitir que pueda haber un nuevo proceso migratorio provocado por una crisis vinculada con el petróleo porque, en estos momentos, a los canarios ya no nos queda el recurso de otras tierras que nos acogieron, como Venezuela, ni podemos permitir que una tierra y un mar se contamine y se destruya.
Como decía el poema La maleta, de Pedro Lezcano, son otros los que deben hacer la maleta para que no seamos los canarios los que tengamos que emigrar en el caso de que haya una crisis provocada por un desastre en nuestras costas. Son otros los que deben irse.
Los que venden la tierra que no es suya
que cojan la maleta.
Los que ponen la muerte en el futuro
que cojan la maleta.
Que cojan la maleta,
que cojan para siempre la maleta.
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