La ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, ha vuelto a anunciar esta semana, en el Congreso, que el segundo radar meteorológico se instalará en Canarias, después de los fallos de la Agencia Estatal de Meteorología en las últimas grandes tormentas ocurridas en Canarias, que produjeron fuertes daños en el norte de Tenerife sobre todo. El hecho de que el primer radar se encuentre seriamente averiado desde hace varios meses no ha inducido hasta ahora a acelerar la instalación del segundo, necesario en todo caso para poder afinar predicciones más fiables.

Hace dos años, la ministra Cristina Narbona se había comprometido con Ricardo Melchior a la instalación inmediata de ese segundo radar, que pudiera cubrir la zona ahora oscurecida por el Teide. Pero las cosas siguen igual. En esta ocasión le recordé a la nueva ministra que Canarias no puede estar al albur de que falte una pieza al único radar existente y es absolutamente necesario que se instale el segundo radar. 

Aparentemente, el devastador “Fenómeno Delta” que arrasó Canarias en 2005 iba a inducir la mejora de la previsión meteorológica en nuestra tierra (una competencia de nuestro Estatuto de Autonomía que nunca ha sido transferida a Canarias por el Estado). Cuatro años después, la realidad demuestra que las mejoras introducidas han sido claramente insuficientes. Y entre ellas, el segundo radar resulta vital para poder prevenir  grandes tormentas que, a buen seguro, se repetirán

Es necesario que Gobierno central cumpla con sus obligaciones en Canarias en materia meteorológica hasta tanto no se transfieran las competencia a Canarias como ordena nuestro Estatuto. Porque las tormentas no se pueden evitar, pero sí se pueden prevenir mejor para alertar a los servicios de emergencia.

Las técnicas han mejorado mucho en los últimos años para enfrentar este tipo de fenómenos, pero la Agencia Estatal de Meteorología no las ha trasladado completamente a Canarias. Y continuamos en un nivel de precariedad inaceptable

Ahora, la Agencia Estatal de Meteorología depende de la nueva Secretaría de Estado de Cambio Climático, un área  de conocimiento que ha pasado a estar en el centro de la agenda política mundial. Es muy necesario que nos esforcemos por conocer la evolución climática a medio y largo plazo, que tanto va a comprometer nuestras vidas y las de nuestros hijos y nietos. Pero es lamentable que se descuide tanto el conocimiento de de la previsión meteorológica en el cortísimo plazo. Y que los medios prometidos en Canarias sigan sin habilitarse. Como en tantas otras cuestiones, la red de observación desplegada en Canarias poco tiene que ver con la peninsular. Y los “ojos técnicos” del Estado se centran en  el 98% de su  territorio. En casi treinta años de vigencia del Estatuto de Autonomía ni ha transferido la competencia ni la ha ejercido con los  recursos necesarios. Seguiremos exigiendo inmediatamente  los medios y reclamando una competencia que nos permita autogestionar un riesgo que -a dos mil kilómetros de distancia– ha sido históricamente minusvalorado.

Cada vez que un servicio se ha transferido a Canarias hemos tenido la oportunidad de demostrar que podemos desempeñarlo con más eficiencia y responsabilidad. La lentitud y parsimonia con que el Estado aborda la modernización de la infraestructura meteorológica en Canarias es un argumento más para atribuir esta competencia a Canarias.

 

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