En miles de ciudades de todo el mundo se celebra el Día Internacional del Orgullo LGTBtras un año marcado por la aprobación, con más oposición de la esperada, del matrimonio entre personas del mismo sexo en Francia, las dos sentencias del Tribunal Supremo de Estados Unidos que consagran la igualdad y un sinfín de episodios que han supuesto un avance en materia de derechos y otros tantos que tiñen de nubarrones la difícil situación que aún se vive en muchos países.

Las banderas del arcoíris ondearán este año con un significado muy especial en las calles de Francia. Con la fuerza que otorga la consecución de un derecho tan anhelado y deseado por la inmensa mayoría de la sociedad gala pero, sobre todo, por la inesperada movilización de miles de ciudadanos que trataron de presionar hasta el último minuto a los legisladores para que se opusiesen al proyecto del matrimonio igualitario. Un rechazo que mantienen vivo los sectores más intransigentes y que, lamentablemente, se ha saldado con episodios de violencia que provocaron, incluso, la muerte del joven Clément Méric el pasado día 6 de junio.

Pese a que la homofobia mata, como quedó patente en el caso de Méric, desde el pasado mes de noviembre la ultraderecha protagoniza en el país de la libertad, igualdad y fraternidad escenas que han avergonzado a los propios franceses y que ha causado un profundo estupor más allá de sus fronteras.

Los avances en materia de igualdad siempre han estado rodeados de polémica y de una agria oposición de quienes tratan de vetar a otros ciudadanos los mismos derechos de los que ellos gozan. Una situación que se vive intensamente en muchos Estados del país donde prendió la mecha de lo que hoy conocemos como Orgullo LGTB.Cuarenta y cuatro años después de los disturbios de Stonewall, en Nueva York, que supusieron el inicio de esta celebración reivindicativa, el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha declarado inconstitucional la ley que limita el matrimonio a la unión entre un hombre y una mujer, y ha rechazado la decisión del estado de California de prohibir el matrimonio gay.

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Portada de la revista The New Yorker con Epi y Blas viendo en la tele a los miembros del Tribunal Supremo estadounidense.

Esta victoria de las parejas que llevan tantos años defendiendo en las calles y en los juzgados su derecho a contraer matrimonio podría ser también una nueva mecha que recorra otros países en los que, a diferencia de lo ocurrido en Francia y Estados Unidos, la homofobia es auspiciada por los propios Gobiernos y el ataque a los homosexuales cuenta con el silencio y la complicidad de las fuerzas de seguridad.

La caza al homosexual, como titulaba el periodista Jon Sistiaga un reportaje sobre la ley que se perfila en Uganda para ejecutar a los gais y lesbianas, o el acoso que sufren en países como Camerún son sólo dos de los ejemplos más aberrantes que aún existen gracias a la connivencia de los propios Gobiernos. Pero no es necesario dar el salto a África para enfrentarnos a una realidad cruel y anacrónica. Los resultados de la encuesta realizada por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA) certifican que la homofobia y el miedo están muy presentes en el viejo continente.

Los resultados de dicha encuesta, realizada a 93.000 homosexuales, bisexuales y transexuales de los 27 países de la UE, más Croacia (que se ha incorporado el 1 de julio), revela que uno de cada cuatro ha sido víctima de asaltos o amenazas violentas en los últimos cinco años. Los porcentajes sobre las personas que se sienten discriminadas se disparan en países como Lituania (más de un 61%), Croacia (60%), Polonia (57%), Chipre (56%) Italia y Rumanía (54%), Bulgaria y Eslovenia (53%), Eslovaquia (52%), Portugal y Malta (51%), Austria, Grecia y Letonia (48%).

Casos concretos: la Duma rusa aprobó la primera quincena de junio, con la única oposición de 14 de sus 450 diputados, una ley que permitirá castigar a aquellos que difundan información sobre las «relaciones sexuales no tradicionales». En Moldavia, se han declarado «zonas libres de gais» en muchas ciudades y en muchos países de la Europa del Este, entre ellos naciones que forman parte de la UE, como es el caso de Hungría, dificultan cada año la celebración de las manifestaciones del Orgullo LGTB.

Y una última sombra que nos obliga a todos a reflexionar sobre una realidad que sufren los adultos, pero que también está muy presente entre los más jóvenes. El estudio presentado este año por COGAM y la FELGTB apunta que el 43% de quienes sufren el acoso homofóbico se plantean el suicidio, más de la mitad constantemente (56%) y un 27% de forma persistente a lo largo del tiempo.

Entre las luces y las sombras me quedo, por lo que supone y por el aliento que transmite, con la imagen de Marcel Neergard, un niño gay de 11 años, que logró que retirasen el premio que habían concedido en el Estado de Tennessee a John Ragan como mejor legislador del año. Premio que le fue retirado tras denunciar Marcel que Ragan había apoyado una ley «por la que se prohíbe a los profesores mencionar en clase cualquier tipo de sexualidad no relacionada con la procreación». Un gesto que debe servir de esperanza y referencia a otros niños que, como él, sufren o han sufrido la sinrazón de la agresión de los intolerantes.

 

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