El acuerdo firmado  esta semana por el Gobierno con sindicatos y empresarios constituye sin duda una buena noticia, después de un año de constantes  desencuentros que en nada contribuyen a que se recupere la confianza en España y, desde el exterior, sobre España.

Cuando las cosas van mal en una familia, procede cerrar filas. Debatir internamente todo lo debatible, pero no permitir que las diferencias perjudiquen los intereses de nuestro país en los mercados internacionales.

Parte del daño sufrido por España en el exterior se deriva de la incertidumbre sobre el futuro, acrecentada mes a mes por la incapacidad de los agentes sociales y de los dos grandes partidos para ponerse de acuerdo sobre lo fundamental y seguir discutiendo sobre lo accesorio.

Hace dos años que Coalición Canaria  viene reclamando en el Congreso de los Diputados un gran acuerdo de partidos, sindicatos y organizaciones empresariales que contribuya a detener primero la caída constante; y a impulsar de nuevo el ascenso. Ha sido en vano, porque hasta ahora  el PP y el PSOE solamente se han puesto de acuerdo prácticamente en uno solo de los grandes temas: las reformas parciales aplicadas al sistema financiero. Y si no hubieran mediado en ello algunas grandes compañías, ni siquiera se hubiera avanzado en ese campo. Hacen falta más reformas y más diálogo.

El acuerdo de esta semana representa un paso adelante en ese sentido, porque el PP está dando indicios de que incluso puede llegar a respaldarlo (o a abstenerse al menos), aún a pesar de que desde el Gobierno no se han empleado las mejores formas para recabar el apoyo del principal partido de la oposición, como si no le importara apenas.

Esa mutua y radical  desconfianza  no es buena para este país. Porque lo que yo advierto en los ciudadanos, en casi todas las conversaciones sobre el tema, es un deseo casi unánime sobre lo que debe ser una buena práctica política: la capacidad para ponerse de acuerdo cuando es muy necesario; por mucho que se discrepe de partida. La capacidad de encontrar un “mínimo común denominador” es más necesaria que nunca en estos momentos, en los que el agobio sigue alcanzando a más y más familias.

Ese principio es el que inspira la actitud constructiva de Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Son tiempos para construir acuerdos más que para enzarzarse en estériles disputas preelectorales. Porque la situación española es tan difícil y delicada como para que cualquier resbalón nos hunda en el pelotón de esos países a los que hay que llevar a la UVI y, lo que es peor, condicionarles la ayuda exterior de Europa a sacrificios mucho más duros de los que tenemos que soportar ya.

 

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