Cuesta despedir  a alguien tan singular y tan querido  como Adán Martín Menis. Y esta semana quise hacerlo desde la tribuna del Congreso de los Diputados, donde tantos buenos amigos de todos los colores políticos hizo Adán desde que estrenara el grupo de CC en la Cámara en 1993.

El presidente Bono y todos los portavoces rindieron asimismo un cariñoso tributo a un hombre que simbolizaba los mejores valores parlamentarios (debate franco, negociación abierta y búsqueda del acuerdo), como pocos he conocido en largos años de trayectoria política.

Son tantas las cosas buenas de Adán que todas juntas parecen una colección de tópicos. Pero los que tuvieron el privilegio de conocerlo de cerca, los que degustaron a la persona más que al personaje, saben bien que Adán era eso y mucho más, y que es difícil de atrapar y expresar.

Por eso quise rendirle un pequeño homenaje en los cinco minutos que tenía para defender una moción ya pactada sobre la adaptación a Canarias de  las políticas turísticas y de conectividad   del Estado. Dos ámbitos en los que Adán Martín se devanó los sesos como nadie. Y lo hizo  para innovar con éxito, para crear en Tenerife hace casi vente años la primera sociedad mixta  publico-privada  de España, primera de sus grandes pautas en este campo. Y lo hizo al ser un autentico martillo pilón de AENA  para que sacara adelante el Plan Canarias de Aeropuertos: un antídoto esencial contra nuestra lejanía y aislamiento.

No aspiro a sintetizar aquí los principales impulsos de Adán en treinta años de servicio público, sino aquellos que compartí en el Congreso de los Diputados: los que afectan esencialmente a la vida de ambas cámaras. Su lucha para que esa Canarias unida con la que soñamos fuera realmente considerada en España y Europa como una oportunidad geoestratégica, convirtiendo nuestra tierra en una plataforma tricontinental, vital para el desarrollo de Africa.

África fue parte esencial de su discurso en los últimos años, porque creía que España y Europa debían jugar en una posición estratégica en el presente y futuro desarrollo de ese continente;  y Canarias debía ser esa lanzadera.  Recordé el aliento fundamental  que dio a la creación Casa África; y su liderazgo, ya como ciudadano de a pie, en la Fundación Libertad y Democracia, que coopera ya con varios países africanos en algo tan esencial para el desarrollo económico como es el registro oficial de las tierras de los pequeños agricultores africanos, base esencial para el acceso al crédito y al desarrollo. Es decir, aportación a África de cañas de pescar y no solo los alimentos excedentes en Europa.

Uno de los dramáticos acontecimientos que pusieron a prueba  la altura moral y la visión de Estado de Adán Martín fue la llegada masiva de decenas de miles de personas en  cayucos y pateras en el verano  de 2006. La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega resaltó en estos días su carácter singular, al recordar como se forjó su gran amistad: Le llamó la atención el que discutieran y discreparan con gran tensión a puerta cerrada; pero cuando comparecían ante la opinión pública manifestaban acuerdo, responsabilidad, serenidad. Y lo que era inicialmente un problema de Canarias se convirtió pronto en un asunto de Estado, y lo más importante, lograron que Europa redescubriera sus obligaciones pendientes en el Continente más crítico y empobrecido del mundo.

Adán creía que los canarios teníamos derecho a ser felices, que había que pensar en el futuro, nunca en el corto plazo, sino en la Canarias que dejaríamos a nuestros hijos. Que había que planificar, ponerse en el futuro y, cuando acordáramos dónde debíamos estar dentro de 15 ó 20 años,  volver al presente y aplicar las políticas necesarias para ese objetivo. Qué diferente de lo que hacemos hoy la clase política, con decisiones improvisadas de gestos y políticas cortoplacistas.

Creyó y luchó por un nacionalismo integrador y pragmático, y para ello impulsó una reforma del Estatuto, que decía que era una semilla que sembraba para el futuro y que ampliaría nuestros horizontes y el espacio canario. Por ello la próxima aprobación de los espacios marítimos canarios y el reinicio de la negociación del Estatuto, será el mejor homenaje que le podremos hacer en el futuro próximo.

Echaremos en falta al amigo, al hombre coherente, de gran altura moral y nobleza, que creía en los consensos y en los acuerdos, y de unos valores que hoy tanto se echan en falta en los políticos. Espero que su vida, sus ideas y  su talante sean un ejemplo, y que su legado de esa Canarias posible y única la veamos pronto.

Y espero, Adán, que sigas, como en los últimos años, susurrándonos a la oreja nuevos caminos hacia ese horizonte que, juntos, tantos soñamos.

 (Foto: Ramon de la Rocha/EFE)

 

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