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Esta fue mi intervención de hoy miércoles, 23 de octubre, en el pleno del Congreso, en la defensa de la enmienda a la totalidad de CC-NC a los Presupuestos Generales del Estado de 2014.

«Tal vez esta sea la primera vez, y probablemente la última, que coincida con el ministro de Hacienda en que estos son los Presupuestos de la recuperación, pero no de la recuperación que esperan los ciudadanos.

Porque lo que se recupera, lo que se vuelve a retomar en estas cuentas es lo que venimos padeciendo desde que ustedes gobiernan: más recortes, menos incentivos y, en el caso de Canarias, no contento con los agravios acumulados en solo dos años, la defunción certificada de muchos de los derechos que tantos años nos costó consolidar como compensación por nuestra insularidad y lejanía.

Lo único que compensa el Gobierno es el pago de la deuda que, lamentablemente, vuelve a ser una pesada carga para la inversión pública y privada, y un castigo más a funcionarios, pensionistas, autónomos, emprendedores…

El Presupuesto que pretenden imponernos da la espalda a los canarios, y ratifica, por tercera vez, el desinterés, cuando no el desprecio, por los problemas y demandas de los más de dos millones de ciudadanos que viven en las Islas. Simulan ustedes actuar como eficaces contables, no como políticos, pero toman decisiones políticas, basadas en elecciones concretas, como demuestra precisamente su proyecto presupuestario. Y las decisiones políticas tienen consecuencias políticas. Una de ellas, la creciente desafección de Canarias respecto al Estado español.

Ustedes se han empleado a fondo en quebrar la cohesión entre los diferentes territorios que conforman el Estado. Y estos presupuestos son la prueba: suponen una involución en derechos sociales, en prestaciones públicas, en Educación y Sanidad, y un nuevo revés para colectivos de especial sensibilidad como el que representan los pensionistas y los desempleados, entre otros.

No contiene ninguna de las medidas que debería contener un presupuesto en esta grave coyuntura y que son: estímulos a la dinamización, inversión productiva, oportunidades de trabajo, y una clara apuesta por la educación, las políticas de I+D, la sanidad y la atención social, como han hecho otros Estados europeos incluso en medio de la recesión. Ustedes lo han fiado todo a una brutal devaluación interna y a unos recortes presupuestarios que no han respetado la inversión ni las políticas sociales. Ni son los presupuestos que Canarias merece ni tampoco los que España necesita.

Podrá usted seguir defendiendo y haciéndonos creer que en 2014 saldremos de la crisis sin crear empleo. Un milagro retórico con el que este Gobierno se deleita pero que es ajeno a los millones de españoles desempleados, a una clase media desvastada, a los pequeños y medianos empresarios asfixiados, a sistemas públicos de sanidad y educación que se están quedando en los huesos.  Una retórica milagrera que es una burla para los cientos de miles de canarios en paro y para un pueblo, el mío, que ve hundirse las políticas y acuerdos entre Madrid y Canarias que posibilitaron, responsablemente, el desarrollo de nuestras islas en las últimas décadas.

Estos Presupuestos, señor ministro, son catastróficos para todo el Estado, pero lo son especialmente para Canarias. Reflejo de la distribución arbitraria es que Canarias, con una participación del 4% en el PIB español, un 4,5% de la población y un 33% de desempleo, recibe el 3,2% del total de las inversiones estatales. Por el contrario, otras comunidades con un PIB y población similar y con una tasa de paro inferior a la canaria en casi 10 puntos, perciben cerca del 14% de estas partidas.

Está claro el mensaje que nos quieren lanzar a los canarios: “Arréglatelas como puedas”. Y créame que ese mensaje nos está haciendo reflexionar sobre si es el momento de «buscarnos la vida». Porque el recadito que nos mandan continuamente dice: «Me dan igual tus problemas, yo tengo otros que son más importantes». Como una despedida agonizante de quien quiere desentenderse de las responsabilidades compartidas. Un ejercicio de irresponsabilidad e incumplimiento de las obligaciones del Gobierno del Estado con un territorio al que usted condena a más desempleo, menos cohesión territorial y más pobreza. Y Canarias, señor ministro, no es el patio trasero donde pueden acumularse los resultados de su nefasta gestión sin que ocurra nada.

La lista de incumplimientos con Canarias es bastante extensa, y aún no hemos cruzado el ecuador de esta Legislatura. Primero, suprimieron la bonificación de las tasas aeroportuarias y dejaron a cero el presupuesto del plan especial para la rehabilitación de los espacios turísticos obsoletos. Después redujeron, año tras año, las partidas destinadas a los convenios de carreteras, obras hidráulicas, vivienda, etcétera, hasta cifras tan reducidas que será inviable la ejecución de muchos de los proyectos programados y otros tendrán que ser paralizados. Y para 2014 nos reservan una nueva y macabra sorpresa: la suspensión del Plan Integral de Empleo.

Suena duro, ¿verdad? Pues intente, por un momento, ponerse en la piel de quien lo vive.

La extinción del Plan Integral de Empleo de Canarias, que puso en marcha el presidente Aznar cuando necesitaba el voto de los diputados canarios para gobernar España, es el abandono a su suerte de los parados de las Islas, 360.000 personas. El abandono que lleva a cabo, sin remordimiento, quien no quiere entender que Europa sigue más allá de Cádiz y que hay dos millones de ciudadanos que viven en unas islas y requieren políticas especiales acordes a las circunstancias de su territorio. Sus cuentas incumplen, por tercer año consecutivo, los compromisos contraídos con el Archipiélago y suponen un paso más en la senda del desequilibrio territorial y de la injusticia social.

A ello hay que sumar un larguísimo inventario de despropósitos como la reducción de la subvención al transporte de mercancías, el rescate del certificado de residente, la no inclusión de los núcleos canarios en la nueva Ley de Costas, el incumplimiento del Régimen Económico y Fiscal (REF), la apuesta por las prospecciones petrolíferas y la congelación de los proyectos de energías renovables, la ausencia de una política que garantice la conectividad aérea y marítima…

El presidente Rajoy ha tenido dos años para cumplir siquiera alguno de los siete compromisos que adquirió con Canarias en su discurso de investidura. Dos años. Pero pese a su supuesto conocimiento de la realidad insular, esta Legislatura lleva camino de convertirse en el periodo más nefasto para las Islas. Nunca antes, en tan corto periodo de tiempo, habíamos sido desposeídos de tantos derechos creados e incorporados a la legislación para garantizar la cohesión social y territorial, además del trato especial a un territorio que es diferente.

Canarias ha asumido y cumplido – y lo seguimos haciendo- el objetivo de estabilidad y el rigor en el control del gasto público. Lo hemos hecho a costa de grandes sacrificios, de enormes esfuerzos, encaminados en la defensa de los servicios públicos esenciales.

Pero a esos sacrificios enormes de los ciudadanos canarios el Gobierno central responde vulnerando, un año más, el Régimen Económico y Fiscal de Canarias. Un instrumento que el PP se empeña en convertir en papel mojado. Las partidas globales que reciben las Islas se reducen en cerca de 500 millones de euros con respecto al presupuesto de 2011.

El caso del convenio de carreteras es especialmente significativo y la confirmación de una clara intencionalidad política para bloquear el desarrollo de Canarias. El recorte en los últimos tres años supera los 462 millones de euros.

Poblaciones de apenas 40.000 habitantes cuentan con una parada de AVE, mientras pueblos como La Aldea, en Gran Canaria, siguen sin contar con una carretera decente que les garantice su desplazamiento en unas condiciones aceptables.

Se reducen las asignaciones destinadas a infraestructuras hidráulicas, turísticas y educativas.

Otro elemento que acredita que este gobierno da la espalda a los canarios es la disminución practicada en el Fondo de Compensación  (FCI), siendo Canarias la autonomía que sufre un mayor descenso.

No se incluyen las partidas de la ficha adicional del POSEI en apoyo a nuestras producciones locales.

Siguen sin dotar suficientemente la subvención destinada a las desaladoras.

Y el Ministerio de Fomento, tras dos años cerrándonos las puertas, rescata las mismas bonificaciones a las tasas aeroportuarias que logramos que se aplicasen en 2010 y 2011 y que, según el ministro de Industria era una “política perversa y bolchevique” y “pan para hoy y hambre para mañana”. Y que ahora, forzados por la caída de Barajas, se apresuran a aplicar para atraer a cuatro millones más de pasajeros. Porque, para el Ministerio de Fomento, para su Gobierno, un solo aeropuerto es más importante que toda una Comunidad Autónoma. Bienvenida sea la rectificación, pero estaremos atentos a la letra pequeña.

Canarias sigue estando a la misma distancia de la Península, pero las decisiones políticas nos separan más que el mar; nos sitúan cada vez más lejos de un territorio inalcanzable para las empresas canarias, cada vez menos accesible para los propios canarios. Los canarios  somos solidarios y respetuosos; no estamos aquí para pedir lo que no nos corresponde, ni exigir más ayudas en una etapa de fuertes ajustes presupuestarios. Estamos aquí porque es nuestra obligación denunciar y exigir que cumplan su palabra y respeten nuestros derechos a ser tratados igual que el resto de los españoles.

Las cuentas para el próximo año representan una traición a las mil quinientas personas que viven en condiciones lamentables en Las Chumberas y que son, una vez más, olvidadas y postergadas.

El presidente Rajoy dijo aquí, en el Congreso, que “la gente quiere que en España se restaure la verdad, el esfuerzo y la certidumbre; que se hable de ahorro, de responsabilidad y de trabajo”. Lo dijo en la defensa de la enmienda a la totalidad del PP a los Presupuestos de 2011.

Tengan ustedes, señor ministro, la valentía de restaurar la verdad –no su verdad- y actuar con responsabilidad. Y si quieren que en este país se hable de trabajo, comiencen por hacer bien el suyo».

 

 

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