Los diputados de Coalición Canaria hemos presentado otra vez en las Cortes una nueva Proposición de Ley de Delimitación de los Espacios Marítimos de Canarias. Por tercera vez en seis años, volvemos a la carga, cargados de razones, valga la redundancia.

Se trata de definir real y legalmente cuáles son las aguas interinsulares de Canarias, nuestro propio mar, esa inmensa superficie que nos engloba. Ese ámbito acuático que durante siglos constituyó una barrera para la unidad política y social de todos los canarios pero que hoy es una amplia pista para nuestro propio encuentro  y para fraguar en Canarias ese viejo sueño de  ser autentica plataforma tricontinental, nodo de pueblos, de progreso, de comercio y de cooperación.

Un nodo esencial para la relación de Europa  con África y América del Sur, con peso e identidad propia en la gran Red mundial de centros avanzados y líderes en su entorno. Un nodo que nos permita superar nuestra vieja condición ultraperiférica (alejada de los polos de desarrollo mundiales) para convertir en centro de nuestra área de influencia. Ese es un futuro que nunca alcanzaremos si no trabajamos permanentemente, día a día, por él.

Y una de las piezas de ese complejo puzzle es sin duda el reconocimiento claro de nuestras aguas interiores o interinsulares (aquellas que quedan encerradas dentro del perímetro archipielágico delimitado por las líneas rectas  entre sus puntos más salientes)) y las exteriores (que comprenden tanto el mar territorial como la zona económica exclusiva, contadas a partir de dichas líneas)

La proposición de ley afecta a las aguas interiores, cuya delimitación es imprescindible para definir luego las aguas exteriores. Es cierto que nuestra pretensión se ha visto paralizada siempre por la reticencia española a rozar siquiera los acuerdos internacionales sobre derecho marítimo (en concreto el Convenio de Montego Bay de 1982). Pero es que desde mucho antes de esa fecha estamos los canarios esperando que se desarrolle la propia legislación española, que prescribe la necesaria delimitación de las aguas interinsulares de Canarias.

Es una vergüenza (v-e-r-g-u-e-n-z-a con todas las letras) que los sucesivos gobiernos españoles hayan dejado aparcado siempre este deber por falta de valor político en la esfera internacional. Desde el inicio de la transición democrática, los diputados canarios lo hemos reclamado más de cuarenta veces , a través de diferentes iniciativas parlamentarias, en las que se significó como nadie en la historia el senador Victoriano Ríos, firmante de la primera Proposición de Ley, de la que es absolutamente deudora la que hemos presentado esta semana. Tanto esa iniciativa como la que en 2005 defendió en el  Congreso Paulino Rivero fueron admitidas a trámite por su lógica aplastante, pero se dejaron morir en cada legislatura por las mayorías o gobiernos de turno.

Hace dos años, el senador nacionalista Alfredo Belda volvía a intentarlo con una moción que también fue refrendada  por mayoría en el Senado, pero que el Gobierno ha vuelto a desoír. Y ello, a pesar de que algunos países nos tomaron la delantera en el reconocimiento de las aguas interiores de  sus archipiélagos: Australia (Islas Houtman), Portugal (Azores y Madeira), Dinamarca (Islas Feroe), Noruega (Islas Spitzberg) y Ecuador (Islas Galápagos).

Muchos todavía viven en la creencia de que nuestro territorio  es muy pequeño  (apenas 7.500 kilómetros cuadrados de tierra). Pero desconocen que en el espacio comprendido en nuestra aguas interinsulares caben la suma de las superficies de las comunidades de Cataluña, País Vasco, Galicia y Asturias; casi la cuarta parte de la extensión de la Península. Hacer frente a la gestión de ese inmenso espacio en todos los órdenes  (seguridad, protección ambiental, transportes, pesca, etc)  exige grandes recursos y requiere un reconocimiento legal claro.

Al día de hoy, las aguas interiores de Canarias tienen la consideración de aguas internacionales. Es decir, cualquier tipo de tráfico puede pasar por ellas sin que podamos objetar lo más mínimo con el Derecho en la mano.

¿Se imaginan ustedes. que entre todas las provincias españolas existieran franjas de mar  donde cada cual pudiera hacer de su capa un sayo? ¿Admitiría eso el más mínimo sentido común? Pues ese es el absurdo histórico que se prolonga en Canarias año a año. Un absurdo  que todos los canarios debemos combatir en todo momento y desde cualquier posición. Porque no solamente afecta a nuestro futuro. Afecta también a nuestra propia dignidad de un pueblo que quiere vivir unido por su propio mar.

 

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