La semana política ha estado dominada por las negociaciones de los agentes sociales  con el Gobierno español en busca de ese pacto social que acabe por devolver el dinamismo al tejido productivo de este país.

Y, lamentablemente, se ha cerrado sin acuerdo. Entre otras razones porque  al Gobierno le resulta extremadamente difícil estirar mucho más la cuerda del gasto  después de los sucesivos paquetes de medidas de estímulo que ha ido aprobando mes a mes, hasta situar el déficit público en cifras record.

Es triste que la mesa de negociación haya concluido sin acuerdo. Porque lo que eso quiere decir es que los agentes sociales no se han puesto a la altura de la situación. Es decir, no han calibrado la extraordinaria gravedad de los momentos por los que atravesamos.

El país se ha empobrecido de forma evidente para casi todos. Los que tienen bienes han visto cómo se ha reducido sensiblemente su valor. Y los que necesitan de un constante recurso al crédito han visto como el grifo se cierra, se congelan las tarjetas y se encarecen los préstamos hasta niveles que tienen muy poco que ver con el precio oficial del dinero.

Aunque se hayan amortiguado los ritmos de descenso, seguimos cayendo. Y, como refleja el dicho popular, podemos estar abocados a aquello de “si no quieres taza, taza y media”  en caso de que se dilaten las medidas de ajuste precisas para salir de este atolladero.

A poco que se observe, no es nada descartable que a la vuelta de las vacaciones, con la tarea de construir los nuevos Presupuestos de 2010, el Gobierno se vea abocado a subir los impuestos si no quiere que todo acabe por descuadrarse y que la UE venga, además, a sancionarle por llevar el déficit público mucho más allá de lo permitido.

Teniendo esto presente, parece poco razonable que ahora se plantee reducir las cotizaciones sociales de las empresas en cinco puntos, como reclaman algunos, si luego va a tener que recargar los impuestos de todos para compensar esa sangría. Es cierto que son cuentas aparte y que la Seguridad Social sigue teniendo un superavit para garantizar las pensiones; pero su futuro es muy incierto como parta debilitar sus bases de financiación.

En momentos en los que el país necesita unidad de acción frente a la crisis es muy penoso que el PSOE y el PP solo sean capaces de unir sus votos o sus esfuerzos cuando están por medio fuertes grupos de influencia; léase el sector bancario o léase el sector eléctrico.

La crispación política está obstaculizando los acuerdos necesarios . Coalición Canaria ayudará a tender puentes en la medida de sus posibilidades y seguirá insistiendo en que la labor redistribuidora del Estado ha de notarse en aquellas regiones más castigadas por la crisis.

 

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