Agotada ya la legislatura en el Congreso y Senado, el debate político en el país no parece tan crispado como en otras precampañas electorales.Y no lo parece porque la propia legislatura ha sido en sí misma una sucesión de descalificaciones mutuas y graves entre el PSOE y PP, que han ido rebajando el nivel de sus argumentos, hasta convertirlos en puros titulares de páginas de sucesos. Solo con la excepción final de una reforma constitucional, pactada entre ellos en secreto y sin el mínimo debate, que deja mucho que desear. Y es una más que cuestionable reforma, no ya tanto por su fondo como por las formas en que se ha llevado a cabo: con muy escaso estudio y resultados inapreciables en estos momentos críticos.
Partido Popular y PSOE han echado mano de la mayoría de las malas prácticas parlamentarias a lo largo de esta legislatura, han mantenido un enfrentamiento feroz y nada colaborativo, a pesar de que el país se ha estado cayendo a pedazos. La más grave crisis de la etapa democrática no ha sido suficiente motivo para que acometieran el gran pacto que se les reclamaba desde la sociedad. Ese pecado de omisión retrasa y retrasará la salida de este penoso túnel, sobre todo para tantos millones de parados.
La prueba de que han mantenido y mantienen posiciones artificiales, ficticias y electoralistas ha venido a confirmarse en estos días. Porque todas las medidas de austeridad y de ahorro que el PP rechazó en el Congreso en estos años ha tenido que comenzar a aplicarlas en cuanto ha llegado al gobierno de algunas comunidades autónomas. Y es ahora el PSOE el que le reprocha que haga lo mismo que los socialistas han venido haciendo desde Mayo de 2010, cuando su política dio un giro de 180 grados para cuadrar unas cuentas insostenibles. Hay un claro intercambio de papeles.
Así, lo que el PP criticó, lo hace ahora. Y lo que el PSOE hizo, lo censura ahora. De alguna forma, ambos tratan como niños a los ciudadanos. Ambos se han cuidado de decir lo que pueda molestar; aunque la ciudadanía bien sabe los sacrificios que está haciendo y los que le esperan.
Los conservadores van a llegar al Gobierno no tanto por sus propuestas o sus equipos, sino por los errores de los socialistas. Y el PSOE no va a lavar con buenas palabras y promesas la desconfianza que se ha ganado a pulso durante estos años. Así que llegamos a un fin de ciclo con el debate político empobrecido, porque se sigue centrando más en lo que se hizo mal que en lo que se puede hacer bien.
Desde Coalición Canaria hemos buscado acuerdos y consensos constantes sobre temas concretos y precisos, logrados en buena medida por estar en el fiel de la balanza parlamentaria. Hemos obrado desde la buena fe y la responsabilidad en la medida de nuestras fuerzas. Y a ello nos aprestamos de nuevo.
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