La semana parlamentaria en Madrid ha sido intensa. Y no sólo porque logramos colocar a Canarias en los acuerdos derivados del Debate del Estado de la Nación, en los que  José Luis Perestelo defendió con éxito unas resoluciones que abren la posibilidad de mejorar el Régimen Económico y Fiscal especial de Canarias y comprometen dos líneas de actuación fundamental para el campo isleño: la mejora de las ayudas estatales y europeas a las producciones del campo isleño  y la equiparación de la ayuda al transporte  para el plátano, cultivo amenazado por la constante caída de los aranceles de la UE.

Esos temas son muy importantes. Pero también se trató en el Pleno otro asunto que ha pasado más desapercibido, aunque tiene una importancia radical para el futuro de Canarias y de cualquier territorio: la energía eléctrica.

Es ese un tema que durante décadas no ha preocupado a los canarios, excepto en lo que se refería al tendido de las líneas eléctricas, con fuertes debates que no siempre nos llevaron a las mejores soluciones .

Lo que se dilucidaba la semana pasada en el Congreso era algo que puede alterar mucho el futuro energético de Canarias: su capacidad para diversificar las fuentes de energía con más uso de las llamadas “alternativas”; y la garantía de que nuestros recibos de la luz en el futuro  sigan costando lo mismo que en la Península,  a pesar de que el coste de generación convencional en Canarias es muy superior  al continental.

Durante décadas hemos vivido en la tranquilidad de que las mejoras tecnológicas aplicadas en la Península también se trasladaban (vía precios) a Canarias. A pesar de no contar aquí con energía nuclear (la más barata) ni de gas natural (el sistema que mejor combina menor coste con menor impacto ecológico), familias y empresas disfrutan de los mismos precios que en Península, por un sistema  de compensación entre las empresas eléctricas. De forma que cada año, UNELCO-Endesa recibe del resto del conjunto de los operadores españoles una alta compensación económica por sus mayores costos en Canarias.

El Gobierno español llevó al Parlamento la convalidación de un Decreto muy preocupante para todos los canarios. Por una parte, reducía la posibilidad de que se amplíe en Canarias la planta de molinos generadores de energía eólica. Y eso es un sinsentido en toda regla para cualquiera que reflexione solamente dos minutos. ¿Por qué?  Porque en Canarias, la generación  de electricidad con fuel es más cara  que la eólica; por los buenos rendimientos que produce nuestro régimen de vientos y porque las centrales de fuel son de pequeña dimensión en la mayoría de las islas.

Las gestiones del Gobierno de Canarias han  hecho al Estado reconsiderar  su apuesta en este punto. Y hacerlo, además, con un menor coste para las arcas públicas.

Pero en el otro punto de divergencia con el Decreto, nuestros planteamientos no fueron atendidos suficientemente y CC no prestó su apoyo a esta norma, que puede tener desagradables consecuencias en el futuro. Porque establece que la compensación a los mayores costes de la energía eléctrica en Canarias ya no se realizará entre las propias empresas eléctricas, como ahora, sino que correrá a cargo de los Presupuestos Generales del Estado.

Estarán por tanto al albur de lo que cada futuro Gobierno decida. Y, de esa forma, no se incentivará a las empresas a invertir en mejoras tecnológicas ya que la subvención estatal  estará ahí tanto si son eficientes  como si no.

No es la mejor solución y seguiremos luchando para que eso se corrija, porque no nos vale tranquilidad para hoy e incertidumbre para mañana. La crisis económica que vivimos es una buena muestra de lo que pasa cuando no se previenen las cosas desde mucho antes de que sucedan. Jugar al corto plazo es una actitud más cómoda, pero sólo las acciones dirigidas al medio y largo plazo suelen tener consistencia y efectividad.

Es por ello que, en Canarias, más retrasos en la introducción del gas natural tienen dos negativas consecuencias: la no reducción de la contaminación  y el crecimiento del diferencial de costes con la Península y el continente europeo.  En estos tiempos, en los que todos debemos ser más eficientes, es un lujo que no nos podemos permitir.

 

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