10,6 millones de turistas visitaron Canarias en 2013, un 4,9% más que hace solo un año, gracias al crecimiento del consumo interno en los países que más visitantes aportan a las Islas y al mantenimiento de la situación de inestabilidad en el Norte de África, especialmente en Egipto. El tirón del sector turístico permitió que en Canarias se creasen 22.000 puestos de trabajo y las Islas liderasen en España la bajada del paro en el último trimestre, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).

Sin embargo, estas cifras esconden una realidad muy diferente y alejada del triunfalismo que exhiben sin pudor quienes se aferran a cualquier dato positivo para justificar sus reformas sin desmenuzar los datos que se ocultan tras los titulares. 300.000 jóvenes se han marchado, aumentan los hogares con todos sus miembros en paro, más de un millón de licenciados se encuentran inscritos en las oficinas de empleo y el número de trabajadores inactivos que declara no buscar empleo supera la barrera del medio millón. Estos son sólo algunos de los datos que reflejan las estadísticas de un país en el que obtener un puesto de trabajo ya no es suficiente para dejar de ser pobre.

Si preguntásemos a los ciudadanos y empresas si perciben personalmente la recuperación económica, sólo unos pocos responderían afirmativamente. El cambio de ciclo se advierte en la bolsa, en algunas entidades financieras o en las grandes empresas, pero no se percibe en los asalariados, en los autónomos, los emprendedores ni en las pequeñas y medianas empresas. El vicepresidente y comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, señaló esta misma semana que “llevará 10 años arreglar la crisis española”.

La radiografía que perfila la EPA apunta a que nos adentramos en un cambio de ciclo, pero también que lo hacemos de una manera débil, con suma fragilidad en el mercado laboral y con la incertidumbre de no saber cuál es el destino hacia el que se encamina nuestra economía. Una sombra que genera una mayor inquietud al creciente número de desempleados jóvenes (55%) y a los parados de larga duración, cuyo número ha vuelto a crecer en la última EPA.

En el caso de la evolución del turismo en Canarias, las sensaciones son positivas, pero la cautela está presente en todos los análisis publicados por las empresas turísticas, los agentes de viaje y los sindicatos. Muchos de los visitantes que ha sumado las Islas se deben a los efectos de la primavera árabe en el Norte de África. Una situación de inestabilidad que, según el director general de TUI España se mantendrá, al menos, otros cinco años en el caso de Egipto.

La facturación de las empresas turísticas, que en el caso de Canarias rozó los 10.500 millones de euros hasta noviembre (un 10% más que en 2012), no se ha traducido en un crecimiento proporcional de empleo y la mayoría de los contratos que se han firmado no son una garantía solvente para sus beneficiarios.

Es tiempo para la reflexión. La evolución favorable de la economía de aquellos países que exportan más turistas a Canarias y la lamentable situación de inestabilidad que se prolongará varios años más en el Norte de África nos permitirá seguir creciendo en número de visitantes, pero no es suficiente. Debemos aprovechar la coyuntura para renovarnos y ser competitivos, definir un programa de formación que nos permita disponer de una mano de obra cualificada y que los vientos favorables del turismo soplen con la misma fuerza en los sectores que más apoyo necesitan para configurar una economía fuerte y diversificada.

 

 

 

 

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