Esta semana se ha cumplido el primer año de la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno. Todos los análisis realizados estos días coinciden en algo incontestable: se trata de una etapa presidida por la dura crisis económica. Hoy hay un millón de parados más que aquel 9 de marzo de 2008 que tan lejano nos parece cuando sólo ha transcurrido un año.

Probablemente, ni en el peor de sus sueños Zapatero podía imaginar en ese momento tan feliz, tras las elecciones, que doce meses después se iba a encontrar con una situación así: crisis económica, paro, parte del Gobierno agotado y falta de apoyos parlamentarios estables. Hasta incluso se empieza a hablar con fundamento de un posible adelanto de las elecciones generales.

La falta de previsión de la crisis y la negación misma de su existencia llevó a no tomar las necesarias medidas para afrontarla. La prepotencia del Gobierno y del Partido Socialista, que hicieron oídos sordos a las advertencias sobre la llegada de los malos tiempos que le hicieron los demás partidos, los agentes sociales, los analistas económicos, hizo que reaccionara tarde y mal.

Por ello, no tuvo ningún reparo en esquilmar el superávit. Había mucho dinero en la caja, pero el Gobierno lo derrochó atendiendo a sus intereses de campaña electoral, con medidas populistas, innecesarias y fruto de una absoluta irresponsabilidad. Después, cuando ha tenido que hacer frente al duro tsunami de la crisis, se ha visto obligado a pedir agua  a todas las fuerzas políticas para evitar el ahogamiento.

Ya en el primer trimestre del 2009 nos encontramos con que, a pesar de que en efecto esta crisis tiene carácter mundial, en España la situación es distinta, porque va a durar más y va a ser más grave. Va a afectar no a la quiebra de bancos, sino a cuatro millones de personas paradas en toda España, a miles de familias en Canarias, donde la principal angustia no es ya cómo llegar a final de mes, sino cómo empezar el mes.

Nos vamos a encontrar, después de 30 años de democracia, si el Gobierno no reacciona, con situaciones como las que vivimos en Canarias en anteriores crisis que creíamos irrepetibles, en las que se alcanzó el 30% del paro.

Tras lo ocurrido en la anterior legislatura, en la que sufrimos la ruptura absoluta por parte del PSOE con Canarias y con su Gobierno, Coalición Canaria se planteó recuperar el diálogo y la comunicación. Porque hay  temas que afectan especialmente a las Islas y que no se pueden resolver únicamente por el Gobierno Canario  ni tampoco por el Gobierno central sin contar con la Comunidad Autónoma.

Nos referimos al conjunto de acciones que el Estado y Canarias han de impulsar conjuntamente para salir de este enorme bache. Saldremos, sin duda, pero de esa colaboración  dependerá que lo hagamos en uno o dos años, o en cuatro o cinco, como ha ocurrido en otras economías en depresión.

Articular toda una serie de medidas coordinadas, tendentes primero a que no se destruya más empleo, primer paso para remontar. Y ahí es fundamental vincular los esfuerzos de nuestros dos primeros sectores económicos: la construcción y el turismo. El primero en declive y necesitado de trabajo. El segundo, mantenido por los pelos, pero amenazado de caída si no impulsamos nuevos programas de promoción y marketing para el verano e invierno próximos.

Además, relanzar procesos de renovación tanto de los espacios públicos turísticos como de la planta hotelera y de ocio es fundamental para el futuro del sector y para el presente de la construcción. Ya Coalición Canaria lo viene defendiendo en el Congreso desde el año pasado y seguiremos haciéndolo hasta que se nos trate como a las regiones donde se aplican medidas anticrisis. No tiene ningún sentido que aquí  y en Andalucía, donde más ha repuntado el paro, el Estado no aborde medidas especiales.

José Luis Perestelo y yo, como diputados de Coalición Canaria, hemos llevado al Parlamento, muchas veces en solitario, otros temas que preocupan a los canarios: los problemas del tomate y del plátano, la problemática del paro en las Islas, las condiciones específicas de la crisis económica en las Islas, la catedral de La Laguna, el escáner del Puerto de Santa Cruz, el centro sociosanitario de La Palma, la ampliación de la pista y de los horarios del aeropuerto de El Hierro, el campo de tiro de Pájara, el Archivo Histórico de Las Palmas…Los diputados y senadores de Coalición Canaria hemos sido los parlamentarios más activos, tanto en iniciativas como en intervenciones.

Mantuvimos y mantenemos la firmeza con el señor Zapatero, denunciando sus incumplimientos con los canarios; pero lo hacemos con respeto y criterio, intentando conseguir que se llegue a unos mínimos consensos que permitan avanzar en la solución de nuestros asuntos. Entre los aspectos más positivos, hay que apuntar el cambio de discurso del ministro Corbacho respecto a la inmigración, que nos dio la razón en importantes aspectos; pero que ahora tiene que trasladar las palabras a hechos, especialmente en lo referido a los menores inmigrantes.

El previsible distanciamiento, tras las elecciones del 1 de marzo, del PNV y del BNG, apoyos del Gobierno para la aprobación de los últimos Presupuestos, dificulta el futuro del Ejecutivo de Zapatero. Su Gobierno necesita, fundamentalmente, el apoyo de otros grupos a sus medidas contra la crisis económica y para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. El problema que tiene es que difícilmente encontrará grupos suficientes que respalden ambas cosas, las medidas financieras y los Presupuestos.

En estos tiempos duros, nosotros seguimos teniendo claro cuál es el papel que debemos desempeñar en la política nacional, contribuyendo, desde nuestra modestia, en las políticas de Estado, apoyando las medidas económicas  y de carácter social que beneficien a la generalidad de los ciudadanos. Y subrayando las necesidades de las familias canarias que lo están pasando realmente mal.

Los parlamentarios de CC seguiremos luchando por lo que corresponde a Canarias, por medidas que generen empleo en una comunidad que lidera las tablas del paro, para que nuestros sectores económicos puedan competir en igualdad de condiciones con el resto de Europa, y en definitiva, para que no olviden que hay dos millones de personas a 2.000 kilómetros de distancia que requieren soluciones distintas a problemas diferentes.

 

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