El foco del Congreso volvió a centrarse esta semana en las acciones necesarias para salir de la más dañina crisis de las últimas décadas.

Coalición Canaria volvió a recordar y a emplazar a Rodríguez Zapatero y Rajoy la necesidad de que se pongan de acuerdo en un gran pacto para salir de la crisis. Porque sin las fuerzas y el apoyo de todos  la recuperación se postergará y se acentuarán los problemas sociales.

Las circunstancias son graves, gravísimas, y nos acercamos a momentos de una auténtica emergencia nacional. No somos Grecia. Pero estamos en el furgón de cola de la recuperación, con la creciente seguridad de que se aleja una salida rápida. Porque uno de cada cinco trabajadores no puede contribuir a ello aunque quiera. Y nadie puede pensar que se va a recuperar nuestra capacidad de creación de riqueza y bienestar manteniendo a tantas personas en el dique seco, con economías de subsistencia en el mejor de los casos.

No existe ningún país avanzado de nuestro nivel que tenga tasas de paro ni siquiera cercanas a las nuestras. Esa es la enorme losa que lastra nuestro futuro. Una losa ante la que no cabe sino la generosidad, el aparcamiento de las diferencias, el logro de un mínimo común denominador que devuelva la confianza interior y exterior a este país.

 Coalición Canaria viene reclamando ese gran acuerdo estatal desde hace más de un año. Volví a recordarles a Zapatero y a Rajoy las palabras que les dirigí desde la tribuna hace ya un año, en vano:

 “Hay que llegar en este momento a un pacto social…  hay que llegar a acuerdos políticos básicos para sacar adelante este país entre todos”.  Aquellas palabras de febrero de 2009 tienen plena vigencia. La situación ha empeorado. Los márgenes para introducir nuevos estímulos se reducen y las necesidades de protección social aumentan.

No es fácil que los ciudadanos entiendan la diferente actitud para el acuerdo del PSOE y PP ante la crisis financiera de hace catorce meses y, ahora, ante la crisis global que afecta a todos, y especialmente a los más desfavorecidos.

Los ciudadanos no entienden cómo fue posible un amplio acuerdo hace un año sobre las medidas de apoyo y rescate al sector financiero, pactado por los dos grandes partidos en apenas unas horas. Y cómo  ese mismo pacto sobre el resto  la economía no haya podido alcanzarse en doce meses.

No entienden la sordera y cerrazón de Rodríguez Zapatero y Rajoy. No entienden sus juegos de ping pong. Su falta de un mínimo margen de confianza mutua. Se han subido cada uno a su parra. Se han instalado en sus propios principios. Se preocupan más por colocarse mutuamente el marrón que por asumir cada uno su propia responsabilidad.

Eso el país no lo entiende. Es difícil de entender. Las fuerzas nacionalistas están demostrando más sentido de Estado que los que habitualmente controlan sus resortes. El miedo a perder o a no ganar  atenaza al PSOE y al PP, mientras las reformas pendientes se dilatan y dilatan.

La vieja receta de apretarse el cinturón vuelve a estar vigente. Enmascarada ahora con otros eufemismos que aspiran a no tener que decirle al pueblo a las claras que la fiesta se ha acabado. Y que toca pagar la factura. Cada uno en función de sus posibilidades. Los que más pueden, aportando sus cuotas, aprendiendo a ser más eficientes, sobre todo en las administraciones. Y los que no tienen trabajo, asumiendo un compromiso de formación ineludible para los nuevos empleos que se creen. Pero a todos hay que emplazar.

Hubo momentos en este país en que se supo entender esto. Los “padres fundadores” de la democracia lo entendieron en los Pactos de la Moncloa. En unos momentos en los que el nivel de enfrentamiento y de crispación política era semejante o mayor, estuvieron a la altura de aquel momento histórico. Hoy, España está reclamando un esfuerzo semejante. Espera que los líderes estén a la altura de las circunstancias. Pero no encaramados a su propia parra, alejados del suelo y de la realidad, esperando a que escampe o a que diluvie.

Se ha perdido un año precioso para ello. Y es hora de recuperarlo.

 

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