La  estrella parlamentaria de esta semana ha sido el anteproyecto de  Ley de Economía Sostenible, presentado por el presidente Zapatero en el Congreso como la gran apuesta para cambiar el modelo productivo del país, que se nos ha quedado cojo y flácido.Un modelo productivo que se nos ha quedado alicaído para seguir generando ese crecimiento que nos acercaba a la media europea de bienestar, y que ahora nos aleja de ella, porque nos ha arrojado a un nivel de paro  que duplica al de la UE.

La posición de Coalición Canaria en el debate fue clara: reconocimos la bondad de algunas medidas, denunciamos la insuficiencia global de ese proyecto regenerador y recordamos -como siempre– lo evidente: el modelo productivo de Canarias poco tiene que ver con el continental. Las recetas continentales de poco nos sirven aquí. Por eso, la auténtica Ley de Economía Sostenible será en Canarias la nueva Ley de Régimen Económico  Fiscal de Canarias (REF), a la que Rodríguez Zapatero se comprometió con Coalición Canaria en el Congreso hace medio año y, posteriormente, en su llamada “Estrategia Integral para Canarias”, a la que debe dar contenido real en los próximos meses.

Del REF al RES (Régimen Económico Sostenible):  ese es el camino que hemos de recorrer cuanto antes en Canarias para impulsar nuestro nuevo modelo productivo.

Porque el modelo del 95% de los españoles poco tiene que ver con el de los ultraperiféricos canarios. Somos dos espacios diferentes y distintos. Y las medidas de incentivación de I+D (que incoherentemente han sido recortadas en los Presupuestos) o el impulso a las energías alternativas (limitadas en Canarias por la pequeñez de nuestros seis sistemas eléctricos insulares) no van a ayudarnos aquí apenas. Reconvertir los empleos de los más de 100.000 nuevos parados con escasa cualificación de partida requiere en Canarias un esfuerzo diferente.

A nivel general,  el proyecto de Ley es un buen rosario de medidas (la mayoría superficiales, algunas de profundidad). Pero no es un abordaje integral y a fondo de todas las cuestiones que condicionan el futuro desarrollo -sostenible o no – de este país.

Desde el principio, hace seis meses, levantó unas expectativas que eran difíciles de cumplir. Se anunció como  Bálsamo de Fierabrás lo que es una cataplasma casera. Y no es que yo menosprecie esos antiguos remedios de nuestras madres y abuelas. Pero comparados con el legendario Bálsamo de Fierabrás, cuya receta dejó el mismísimo don Quijote en nuestra tradición, las cataplasmas apenas tienen efectos calmantes o antiinflamatorios. Nunca los efectos absolutamente reconstituyentes que anunciaba nuestro más famoso e ingenioso hidalgo. Esa poción mágica de aceite, vino, sal y romero; hervida y bendecida con 320 padrenuestros, averamarías, salves y credos [el doble de los artículos de esta Ley] era capaz de curar todas las dolencias. Pero supo el pragmático Sancho Panza que los buenos efectos sobre el doliente cuerpo de Don Quijote eran más un placebo laxante que un remedio final.

Habían anunciado que esta Ley será una especie de panacea que abrirá las puertas del nuevo modelo productivo español. Y ahí es donde han puesto el tiro muy por encima de las posibilidades de cualquier legislador. Con el peligro de que, si creemos en las  autosuficientes bondades de este “elixir”, descuidemos otras baterías de acciones necesarias para darle la vuelta a una tortilla  incapaz de alimentar a este país como antes.

Pero la salida de esta crisis implicará sacrificios y costes. Esta es una ley que le da otros mensajes a la gente, que se queda en los bonitos anuncios (cuyo coste no se cuantifica) y que deja aparcadas las medidas dolorosas e impopulares, generando de nuevo la ilusión de que todo se puede arreglar sin sacrificios.

Sostener la nueva economía implica primero recuperar el terreno perdido. Y esa remontada será posible si la sociedad la asume y se implica, y no al revés.

 

Leave a reply