El nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, vendrá en junio a Canarias para conocer de primera mano el problema de la inmigración irregular en las islas. Y según ha afirmado, lo hará con un talante nuevo, muy distinto al que nos había acostumbrado su antecesor en el cargo, con intención de colaborar y llegar a acuerdos con el Gobierno canario.

Esto lo anunció el martes durante su primera comparecencia en el Congreso de los Diputados, en la que expuso de forma genérica, sin entrar en detalles, las líneas generales de la política en empleo e inmigración que piensa acometer durante esta legislatura. Sólo la presencia de Coalición Canaria en la Comisión del Congreso hizo posible que se hablara del drama de la inmigración irregular en Canarias, y uno de sus aspectos más serios y de más urgente solución: el problema de los menores inmigrantes no acompañados.

Le pedimos que estudie a fondo el problema de la inmigración irregular en Canarias, le explicamos cómo las Islas reciben de un lado unos 20.000 falsos turistas al año que entran por nuestros puertos y aeropuertos, y cómo cada día asistimos al tremendo drama humano de la llegada de cayucos con tantos jóvenes a bordo, y tantos otros que dejaron su vida en el mar.

Estos hechos ya han dejado de ser noticia en los medios de comunicación nacionales, porque lo que se convierte en costumbre deja de ser novedoso, y deja de interesar a los medios. Pero eso no impide que el problema continúe de la forma más cruda. Estos últimos días han seguido llegando cayucos con decenas de seres humanos a bordo, algunos muertos, un drama que a los canarios nos sigue impactando.

Planteamos al ministro algo que su antecesor no sólo ha dejado pendiente, sino que, con su política de no hacer nada, ha empeorado: la situación de los menores inmigrantes. En 2006, Jesús Caldera se comprometió a que siempre que la presencia de menores en Canarias excediera de los 300, se produciría la derivación a la Península de los que superaran esa cifra.

Actualmente, hay unos 1.200 menores no acompañados en las Islas, y el número aumenta cada semana. En el marco de los acuerdos de 2006, comenzaron los traslados, pero en 2007 el Gobierno nos dejó solos.

Son chicos que el Gobierno Canario tutela y no repara en esfuerzos en atenderlos, educarlos e integrarlos en nuestro entorno… Pero existe un límite que hace ya mucho tiempo que hemos superado.

En diciembre, aprobamos en el Congreso de los Diputados, tras un año de trabajo, un documento de conclusiones de la Subcomisión de Inmigración que incluyó algunas de las propuestas de Coalición Canaria. Una era la aceptación, al fin, de que la atención a estos chicos debe ser compartida por todas las comunidades autónomas.

El documento recomendaba impulsar el traslado y el reparto de los menores hacia el resto del territorio del Estado, bajo los principios de la corresponsabilidad y la solidaridad. Añadía, además, la obligatoriedad de la financiación estatal del traslado y de la estancia.

Las fuerzas políticas representadas en el Congreso admitían por fin que el problema de los menores inmigrantes es un asunto de todos, no sólo de Canarias, que lo padece en primer lugar por ser el punto de llegada. Todas las comunidades autónomas debían, por tanto, asumir su responsabilidad.

Pero esto no lo había asimilado aún el Gobierno. Hubo un paréntesis, producido por la campaña y las elecciones generales, luego se formó un nuevo Ejecutivo, y ahora empezamos a creer que el nuevo ministro, una persona por cierto, a quien conocemos de su etapa de alcalde de Hospitalet, viene con un nuevo talante y otra idea.

Celestino Corbacho, al responder a nuestra intervención, dijo textualmente que: “éste es un problema que lo recibe Canarias como puerta de entrada y también como competencia. Pero no nos podemos quedar en la segunda apreciación. El resto tenemos que ser solidarios para que Canarias se quede con la justa correspondencia que debe tener en función de la competencia que podría tener si no fuese puerta de entrada, sino que estuviera en otro lugar”.

Las palabras del ministro también fueron esperanzadoras cuando subrayó que Canarias será la primera comunidad que visite por las especiales circunstancias que concurren en las Islas y afirmó que viene con la voluntad de alcanzar acuerdos, desde el “respeto mutuo”, con las autoridades canarias.

Nosotros hemos observado un cambio de discurso en el nuevo Ministerio. Hemos visto cómo se nos ha dado la razón en argumentos que hemos defendido en los últimos años, mientras gobernaban el PP o el PSOE, y por los que se nos ha criticado duramente.

Por ejemplo, ahora ya se habla de la necesidad de blindar los puertos y aeropuertos para evitar que sean un coladero de falsos turistas que vienen con la intención de quedarse, sin papeles, y que luego sólo caen en la frustración, la explotación por desaprensivos o en las redes de la delincuencia.

En 2003, José Carlos Mauricio, entonces portavoz de CC en el Congreso, planteó por primera vez que se patrullaran las aguas entre Canarias y África  para disuadir a las mafias. Se dijo que era un disparate. En 2006, advertimos de la inminente llegada masiva de pateras y se nos llamó alarmistas. En 2007, pedimos la ampliación del plazo máximo de retención en los centros de internamiento de 40 a 70 días, y se nos tachó de extremistas. El tiempo nos ha dado la razón, y hoy, las nuevas políticas del Gobierno van incluso más allá de lo planteado en cada momento por CC.

Hoy vemos que se plantean ampliar el periodo de retención hasta nada menos que seis meses, comprobamos que se está patrullando en toda la costa africana. Hoy estamos viendo cómo se ha hecho realidad aquella ola inmensa que utiliza Canarias como puerta de entrada en Europa.

Hoy oímos hablar al ministro de blindar los puertos y aeropuertos, de que Canarias debe atender al número de menores que le correspondería de no ser punto de llegada, de actuar en los países africanos, de que la inmigración debe llegar de forma legal y con contrato de trabajo, de que viene a Canarias con voluntad de llegar a acuerdos. Como le dijimos a Celestino Corbacho en el Congreso, “nos gusta su discurso, y esperamos que no se nos desvíe, u otros no lo desvíen”. Esperamos que no nos defraude.

 

Leave a reply