Artículo publicado en El Huffington Post
Tras siete largos años de incertidumbre y más de 22.000 bodas, el Tribunal Constitucional ha dado carpetazo al recurso de la vergüenza presentado por el Partido Popular en 2005 contra el matrimonio homosexual.
El futuro de más de 22.000 familias integradas por parejas del mismo sexo se ha despejado a partir de hoy tras un esperado fallo que se ha demorado en exceso por los continuos tiras y aflojas de los magistrados progresistas y conservadores en un escenario político cada vez más tenso.
La espada de Damocles que pendía sobre tantas familias ha sido por fin desterrada tras un tortuoso camino en el que han participado activamente muchas personas, que no han cejado en su empeño hasta lograr un pronunciamiento que parecía imposible.
Gracias a su esfuerzo y constancia han alentado al Tribunal Constitucional a cerrar un decisión cuya demora generaba mucha ansiedad y preocupación a quienes habían dado el “sí quiero” y a todos aquellos hombres y mujeres que están viviendo los días previos a su matrimonio con una duda que hoy ha quedado definitivamente disipada.
El fallo del Tribunal Constitucional llega tarde, demasiado tarde, en una sociedad que acepta mayoritariamente desde hace muchos años el matrimonio formado por personas del mismo sexo. Una mayoría que también se repite cuando se pregunta periódicamente a los ciudadanos por las adopciones por parte de las parejas homosexuales.
Esta aceptación ampliamente mayoritaria no ha evitado, sin embargo, que muchas parejas hayan visto vulnerados sus derechos, como es el caso de una pareja de dos hombres de Sevilla, que se ha visto obligada a denunciar a un colegio por rechazar la inscripción de su hijo en un colegio laico en un acto que apunta a una decisión claramente homófoba.
El Partido Popular no quiso retirar nunca el recurso ante el Tribunal Constitucional para no incomodar a su ala más conservadora. Sin embargo, su temor y su ambigüedad ha retratado a un partido que ha antepuesto sus postulados más anacrónicos a una realidad social incontestable.
Rajoy se comprometió a respetar y acatar la decisión del Tribunal Constitucional. Esperemos que, en este caso, cumpla su palabra y frene aquellas voces que seguramente surgirán en el seno de su partido exigiéndole que modifique de la legislación vigente.
Esperemos que no haya ni un solo paso atrás y que la vida continúe con un guión que, en este caso, solo inoportuna a un sector de la población que se niega a aceptar como iguales a quienes son diferentes a ellos.
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