El acuerdo alcanzado por Coalición Canaria y Nueva Canarias representa una buena noticia para todos los canarios, sean cuales sean sus preferencias o simpatías políticas.
Es una buena noticia en sí misma y lo será más si ello permite recuperar la presencia de Canarias en las Cortes con grupo parlamentario propio (como CIU y PNV). Algo que logramos en el pasado, cuando el nacionalismo canario iba también unido.

Esa unidad solo puede traer beneficios para Canarias, y también para España, aunque algunos no acierten a verlo así. Porque España no puede funcionar bien en su conjunto si el más meridional y lejano de sus territorios no encuentra un modo de integración adaptado a sus diferentes necesidades. Que son, sin duda, mucho más singulares que las de cualesquiera otra de las comunidades autónomas, como reconocen todas las personas medianamente informadas, todos los analistas, y el mínimo sentido común.

Pero una cosa es reconocerlo en la teoría y otra aplicarlo en la práctica. Y lo que la historia de los 33 años de democracia nos enseña es que cuando ha existido grupo parlamentario propio en Madrid, Grupo Canario, las adaptaciones estatales para tener en cuenta el hecho diferencial de Canarias han sido mucho más fáciles de alcanzar.

Al Gobierno o al legislador estatal le cuesta muchísimo añadir disposiciones adicionales a sus leyes para reconocer que en Canarias la norma ha de adaptarse a unas concionantes absolutamente diferentes al Continente. Solo si en el Congreso hay personas entregadas, recordándolo siempre, cada semana, es posible que se alcance y cumpla un principio esencial para Canarias que podríamos expresarlo así: «Para que exista igualdad, a los desiguales hay que tratarlos como desiguales: la diferencia de partida solo se puede corregir mediante tratamiento diferente de los problemas para mantener la igualdad de servicios públicos y de oportunidades de desarrollo».

Ese principio es una de las piedras angulares sobre el que hombres y mujeres de todas las islas construimos hace 18 años Coalición Canaria. Volvemos a recuperar, por de pronto en las Cortes, una unidad que nunca debimos perder.

Una unidad que no solo nos hace más fuertes a los nacionalistas canarios: Fortalece a Canarias y fortalece también un concepto moderno, plural y solidario de España; porque es una visión más amplia a la hora de construirla cada día, integrando las diferencias y no imponiendo una uniformidad en la que no podemos encajar ni con calzador.

Por eso, con independencia de la opción ideológica de cada uno, la sola posibilidad de que una voz canaria autónoma mejore su presencia en las Cortes es motivo de alegría, sobre todo para todos los que piensan que la presencia de Coalición Canaria en las Cortes ha aportado siempre moderación, pragmatismo, estabilidad y una cierta empatía dialogante con todos; al tiempo que firmeza y reivindicación justificada cuando las posiciones de Canarias [las determinadas en el Parlamento canario por todos los partidos] se veían con dificultades para prosperar en Madrid o Bruselas.

En las próximas semanas muchos apelarán a nuevas promesas. A Coalición Canaria en Madrid la definen sus dos décadas de intensa actividad con una hoja de ruta clara, en la que es fácil distinguir cuáles son prioridades por contraste; sobre todo ahora que se ha demostrado que los grandes partidos tienen programas intercambiables, tanto en lo que proponen como en lo que ignoran.

 

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