España ha vuelto a ser noticia mundial esta semana. Se volvió a incrementar el coste del endeudamiento español en el exterior. Y no porque haya existido ninguna novedad especial que agravara o mejorara la situación de nuestras cuentas.
A pesar de la fortaleza de nuestro sector público, a pesar de que nuestro sistema financiero está entre los más fuertes de Europa como han venido a demostrar las pruebas de resistencia aplicadas a banca y cajas, los especuladores no sueltan a España como presa: nos someten a unos tipos de interés no justificados, rayanos con la usura.
La realidad se va aclarando cada día más. El objetivo de esas maniobras es claro. Se trata de presionar a la UE (sobre todo a Alemania, Francia y a los países nórdicos) para que actúen no tanto en España e Italia como en Grecia. Actuar significa poner dinero, muchos euros, muchos. Pero ahora ya sabemos que no es para rescatar a los griegos (sometidos cada semana que los “rescatan” a más sufrimientos, a más recortes a los menos pudientes). Es para rescatar a los bancos que prestaron a los griegos.
Es un juego perverso: “Denle fondos a un país para que me los devuelva porque si no, yo entraré en quiebra. Y asegúrense de paso de que se ajusta tanto el cinturón del gasto para que no tenga problemas de pagarme en el futuro. De lo contrario yo seguiré encareciendo el crédito a otros hasta poner en riesgo absoluto el sistema monetario europeo: la confianza de pago y de cobro de todos los operadores”.
En esa perversa dinámica se quiere introducir a España e Italia para hacer más presión sobre la UE. Es cierto que el Gobierno Zapatero hizo las cosas con retraso; y así lo hemos venido denunciado repetidamente. Pero los recortes que ya se han practicado no se pueden incrementar -como pretenden los llamados “mercados”- sin producir dolor y sin condenar a España a una década perdida, a mantener durante muchos años un paro insoportable.
Lo que nos jugamos en estos momentos es mucho más que lo que parece. Este país debe hacer frente, unido, a una amenaza exterior que puede ser más arrasadora que varios tsunamis. Por eso hemos reclamado siempre al PSOE y al PP que dejen de jugar al ratón y al gato con cualquier queso electoral que se les presenta delante; y se comprometan en afianzar la solvencia exterior de España.
El catastrofismo del PP es de lo más antipatriotico y el frentismo que ha cultivado el PSOE es el que deja al Gobierno en soledad para ser fuerte dentro y fuera. Tenían miles de razones para ponerse de acuerdo hasta ahora. Ahora la usura quiere asaltar nuestras fronteras. Y hay que hacerle frente unidos.
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